DISCURSO DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ
DE KIRCHNER, EN LA 66ª ASAMBLEA GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES
UNIDAS, EN NUEVA YORK
En cada uno de los cinco discursos que hice en estas
Asambleas, como también en las cuatro intervenciones, esta es mi cuarta
intervención como Presidenta de la República, hemos realizado las mismas
apelaciones en un mundo que ha cambiado sustancialmente desde aquel 2003 donde
la República Argentina parecía ser una oveja negra, alguien díscolo y descarriado
que había incurrido en el default por una conducta de incumplidores seriales.
En realidad habíamos sido víctimas de lo que yo denomino ser
conejillo de Indias de las experiencias de los años 90 de las políticas
neoliberales. Mucho ha pasado desde aquel momento de una Argentina que
defaulteó la deuda más grande, por lo menos hasta ahora, de toda la historia de
la humanidad, 160.000 millones de dólares.
En estos 8 años la Argentina ha reestructurado su deuda
haciendo una reducción del 160 por ciento que comprendía del PBI, a menos del
30 por ciento. Los índices de pobreza e indigencia se han reducido a un dígito
y todavía debemos seguir dando pelea. Tenemos un índice de desocupación que es
uno de los más bajos de toda la serie y hemos completado el ciclo de
crecimiento económico más importante en nuestros 200 años de historia.
De nuestra región, la América latina, países emergentes que
hemos crecido en estos últimos años, Argentina ha encabezado el índice de
crecimiento y está pagando regularmente su deuda sin recurrir a los mercados de
capitales. Los números no se los voy a decir todos, pero hay números que son
muy elocuentes.
En el año 2003 destinábamos un 2 por ciento de nuestro PBI a
la educación y un 5 por ciento al pago de la deuda. Hoy la Argentina dedica
6.47 de su PBI a la educación y un 2 por ciento de su PBI al pago de la deuda.
La situación en el mundo hoy es sustancialmente diferente,
tenemos numerosas regiones y países en severos problemas. La Argentina no
pretende erigirse en modelo ni ejemplo de nadie, pero sí volver a ratificar la
necesidad de formular claras reglas en materia de transferencia de capitales,
en materia de especulación financiera.
Muchos aquí que han intervenido, y seguramente otros que lo
harán, se han quejado de la especulación financiera con commodities, sobre todo
en el sector de alimentos. Señoras y señores, cuando uno observa el crecimiento
del stock financiero global en relación al PBI global también, es decir a lo
que producimos en bienes y servicios el conjunto de los ciudadanos y empresas
del mundo, puede advertir claramente el porqué estamos frente a un mundo donde
la especulación parece no tener freno y trasladarse de un lado hacia el otro y
de un país o de una región hacia la otra afectando monedas, economías y también
la vida cotidiana de los ciudadanos, destruyendo trabajos, impidiendo que tengan
una educación digna, que tengan salud.
Si uno observa la relación entre PBI global y stock
financiero en la década del 80 ésta era una relación de 1 punto 1. Es decir,
había un stock financiero que era 1 punto una vez igual a lo que producía el
mundo en bienes y servicios. A partir de la década del 90 estas cifras se
disparan geométricamente y se llega al año 2008 a que el stock total
financiero, el activo financiero en el mundo sea 3.6 el PBI global, ese
formidable spread entre lo que producimos y lo que está, en lo que yo denomino
la economía del enter, porque en realidad si vamos a buscar esos activos son
solamente apretar la regla enter en una computadora y trasladarse de un lugar a
otro, de una moneda a otra y producir una volatilidad como nunca se ha visto en
los mercados y crisis recurrentes donde las bolsas suben y bajan todos los
días, creando la destrucción de miles de trabajos, pero también formidables
rentabilidades que alguien se lleva.
Nosotros queremos reiterar una vez más, a la luz de nuestra
propia experiencia, que reitero, no pretende erigirse en modelo, la necesidad
de que los organismos multilaterales de crédito trabajen muy fuerte en una
regulación en materia de movimientos de capitales a nivel global y en materia
de especulación financiera. Sin esto va a ser imposible alcanzar la tan mentada
estabilidad en los mercados y por lo tanto abordar, tanto de las economías
emergentes que hemos venido sosteniendo el crecimiento de la actividad
económica mundial, como también de los países desarrollados.
Es clave que esto sea entendido, porque hoy puede ser
especulación sobre los alimentos, ayer lo era sobre el petróleo y mañana lo
puede ser sobre las pastillas de menta si esto da rentabilidad y coloca en un
posicionamiento a estos capitales que se trasladan sin ningún tipo de control
ni regulación de un lado a otro del mundo.
En esto debo decir, que cuando como miembro del G-20, en la
reunión de Londres, se decidió inyectar una formidable cantidad de recursos
financieros precisamente al sector financiero que tenía problemas, sostuve en
aquella oportunidad que era necesario garantizar que esos recursos que se
inyectaban al mundo financiero pudieran ser volcados luego a la economía real,
a la economía concreta para poder generar trabajo, generación de productos, de
servicios.
Lamentablemente seguimos en la misma situación porque más
allá de cambios a los que califico absolutamente de cosméticos, no se ha
profundizado en la regulación que es necesaria. Es más, las calificadoras de
riesgo, grandes responsables de muchas de las cosas que han pasado, califican
por ejemplo a la Argentina como una economía marginal y calificaban hasta hace
muy poco tiempo a economías que están a punto de caer en default, en deudas
mucho mejor calificadas que la que tenía la Argentina. Se exige también
entonces una evidente regulación sobre las calificadoras de riesgo que han
tenido también una gran responsabilidad en la crisis que hoy vivimos en
determinadas regiones y que obviamente va a impactar en todos los países.
No nos pone contentos el haber acertado pedir durante tanto
tiempo la modificación, la reformulación de los organismos multilaterales de
crédito. Al contrario, creemos que debía ser una tarea que ya estuviera
empezada, que ya estuviera formulada para precisamente poder evitar esto que
estamos viviendo ahora, y que para algunos son números en las Bolsas, pero que
para los otros son destrucción de esperanzas de vida.
Y también decir, como lo decía el otro día con un colega
cuando me tocó visitar Europa, que siempre las crisis económicas terminan
impactando en los sistemas políticos.
No hay posibilidades de profundas crisis económicas donde la
gente pierda su trabajo, donde millones caigan en la miseria, donde millones de
personas pierdan su trabajo, su casa su educación, su salud, sin que esto
implique también profundas transformaciones políticas. Y cuando estas
transformaciones políticas sobrevienen producto de grandes crisis económicas,
hay experiencias que evito comentar, han surgido totalitarismos muchas veces
durante el siglo XX producto de crisis que no han sabido resolverse
adecuadamente desde la política.
También pedir una vez más la reforma de esta importante
organización que representa la multilateralidad, algo que hemos defendido
consecuentemente siempre, la necesidad de un mundo más plural, más diverso y de
democratizar los organismos políticos como Naciones Unidas y fundamentalmente
su Consejo de Seguridad. Nosotros no compartimos la necesidad de ampliar los
miembros permanentes, al contrario, creemos que es necesario eliminar la
categoría de miembros permanentes y también eliminar el derecho de veto que
impide realmente que este Consejo de Seguridad cumpla con la verdadera función
que tuvo cuando fue pensado en un mundo bipolar, en donde era necesario el derecho
de veto porque el mundo bipolar, el temor al holocausto nuclear, daba en ese
derecho a veto de los miembros que lo integraban el equilibrio necesario para
contemplar la seguridad de la humanidad; hoy ese equilibrio está roto y ese
lugar permanente y ese derecho de veto no son para defender la seguridad o la
estabilidad universal sino muchas veces para posicionamientos de los miembros
que lo integran y que hacen ejercer su derecho.
El último discurso en que intervine aquí creo haberlo
terminado pidiendo que me gustaría mucho que este año Palestina tuviera el
lugar número 194 en el concierto de Naciones Unidas. (Aplausos). Mi país, la
Argentina, como la mayoría de los países de la América del Sur, ha reconocido
al Estado de Palestina. Yo creo sinceramente que impedir el ingreso de
Palestina puede ser visto tal vez por algunos como algo beneficioso para el
Estado de Israel, pero déjenme decirles, desde la autoridad que nos da ser un
país que ha sufrido el flagelo del terrorismo internacional, que impedir que
Palestina forme parte de esta Asamblea es seguir dándole coartadas a los que
ejercen el terrorismo a nivel internacional y que encuentran en este
desconocimiento precisamente una de sus falsas argumentaciones para incurrir en
sus crímenes. Creo que la no inclusión de Palestina en este año lejos de dar
mayor seguridad y estabilidad al mundo va a crear mayor inseguridad y
condiciones absolutamente desfavorables para lo que debe ser el prestigio de un
cuerpo que debe representar los intereses de todos los ciudadanos globales. Por
eso ruego que Dios ilumine a quienes tienen que tomar esta trascendental y
estructural decisión en el mundo para lograr mayor equilibrio y que Palestina
pueda tener este año su asiento número 194; estoy segura que de así lograrlo vamos
a contribuir a vivir en un mundo no solamente más seguro sino también en un
mundo más justo.
Precisamente también, y casi concatenado con esta situación
que veníamos describiendo acerca de lo que significa la injusticia de ese
ejercicio del derecho a veto para determinados países, cinco para ser más
precisos, en el Consejo de Seguridad, venimos una vez más aquí al seno de
Naciones Unidas a plantear una cuestión también vital, no solamente para los
argentinos. Malvinas, la cuestión de soberanía sobre Malvinas es también una
prueba de fuego para este cuerpo, si es posible cumplir con una política que
realmente tenga que ver en la multilateralidad y la obligación por parte de
todos los miembros de aceptar las resoluciones de esta Asamblea. 10
resoluciones de esta Asamblea han convocado al Reino Unido de la Gran Bretaña y
a mi país a sentarse y a negociar, a conversar sobre nuestra soberanía. Téngase
en cuenta que la Argentina no está demandando que se cumpla esta resolución
bajo el reconocimiento de la soberanía, no, simplemente está pidiendo que se
cumpla con alguna de las 10 resoluciones de Naciones Unidas en este sentido.
Tal vez también podríamos enumerar las 29 resoluciones del Comité de
Descolonización, las 11 resoluciones y 8 declaraciones de la Organización de
Estados Americanos; las resoluciones que también distintos foros, desde foros
iberoamericanos, desde la Unasur, desde el MERCOSUR, desde el Encuentro de
Países Arabes, Africano, del mundo entero reclamando a través de resoluciones y
declaraciones el tratamiento de esta cuestión, y el Reino Unido negándose
sistemáticamente a hacerlo y obviamente utilizando para ello su condición de
miembro del Consejo de Seguridad con derecho a veto.
En el año 2013 se van a cumplir 180 años de que los
argentinos fuimos desalojados manum militari de nuestras islas Malvinas, el año
próximo se van a cumplir 30 años de un episodio sobre el cual pivoteó el Reino
Unido, cometido por la más terrible dictadura de la que se tenga memoria y de
la cual también fuimos víctimas los propios argentinos. Y me enorgullezco
también de ser el gobierno que en materia de derechos humanos y juzgamiento a
los responsables de crímenes y genocidios sea un ejemplo en el mundo en este
sentido. Por eso creo que asentarse en aquel episodio no es más que otra de las
tantas coartadas para no cumplir con las resoluciones de Naciones Unidas, y lo
que es peor, yo pido a todos que se miren en el espejo de un mundo que viene
donde van a ser necesarios recursos naturales y ver cómo hoy nuestros recursos naturales
pesqueros y petroleros son sustraídos y apropiados ilegítimamente por quien no
tiene ningún derecho. Obviamente creo que no hace falta recalcar que nadie
puede alegar dominio territorial a más de 14.000 km de ultramar,
está claro que es una ocupación ilegítima. Pero igualmente convocamos una vez
más al Reino Unido a cumplir con las resoluciones de Naciones Unidas; en estos
días se han producido verdaderas provocaciones, ensayos misilísticos en mayo y
julio que fueron denunciados inclusive ante la OMI, que también sufrió uno de
esos ataques. Yo quiero transmitir una vez más a esta Asamblea y también al
Reino Unido el interés argentino en el diálogo, pero también es cierto que ha
transcurrido mucho tiempo y que manifestamos ante esta Asamblea que vamos a
esperar un tiempo razonable más, pero que si no, nos vamos a ver obligados a
comenzar a revisar los entendimientos provisorios aún vigentes haciendo
especial hincapié en que la cuestión de la soberanía debe estar incluida en
esas obligaciones.
Ustedes se preguntarán a qué me refiero: a la declaración
conjunta y canje de notas del 14 de julio de 1999 cuando se dispuso la
reanudación de un vuelo regular semanal operado por la empresa LAN Chile entre
Punta Arenas-Islas Malvinas con dos escalas mensuales, una en cada dirección,
en Río Gallegos.
La Argentina no tiene intenciones de agravar la situación de
nadie, pero también es justo que esta Asamblea y que el Reino Unido tome
conciencia de que es necesario dar cumplimiento a las resoluciones. No podemos
estar 180 años, 30 años, como no puede estar Palestina peregrinando durante
décadas y décadas para tener un lugar en el mundo y menos aún los argentinos
para reclamar este territorio que legítimamente nos corresponde.
No quiero terminar sin referirme también a un tema que ha
sido incluido en todas las intervenciones que nos cupieran desde año 2003 a la fecha al
presidente Kirchner y a quien les habla.
Yo les decía hace unos instantes, cuando hablaba del tema de
Palestina, la autoridad -si es que nos da autoridad por así decirlo- que nos da
el hecho de ser uno de los dos únicos países que en territorio americano ha
sufrido agresión del terrorismo internacional. En dos oportunidades, en 1992,
en la voladura de la embajada de Israel en la ciudad de Buenos Aires y, luego,
en 1994 en la voladura de la AMIA que es una de las organizaciones sociales más
importantes de la Argentina. Y fíjense que no hago hincapié en que sea de la
colectividad judía, digo de la Argentina, porque fue un ataque claramente a la
Argentina.
Hemos venido reclamando que, en virtud de lo dispuesto por
la justicia argentina, la República Islámica de Irán se someta a la
jurisdicción y permita precisamente que quienes están acusados de haber
intervenido, con algún grado de participación en el atentado de la AMIA, puedan
someterse a la Justicia.
El año pasado lanzamos desde aquí una propuesta que era que
si no confiaban en la Justicia de nuestro país, podíamos adoptar lo que había
sucedido en el caso Lockerbie y elegir un tribunal de un tercer país, de común
acuerdo entre ambos, para poder allí desarrollar lo único que venimos
reclamando que es justicia. Nos plantamos en esto porque es una demanda
universal que no reconoce color político y en una palabra "justicia"
que puede encontrarse en el Talmud, en la Biblia, en el Corán y para los que no
creen en nada, seguramente también en la Constitución de sus países.
El Gobierno argentino ha recibido el día 16 de julio un
mensaje de la Cancillería iraní que culmina expresando su intención de cooperar
e iniciar un diálogo constructivo con la Argentina para ayudar a llegar a la
verdad en relación con el brutal atentado cometido contra la mutual israelita
el 18 de julio de 1994.
El mensaje que se ha recibido de Irán, si bien significa un
cambio de actitud del gobierno, no constituye en sí mismo una satisfacción a
nuestros reclamos que, como lo he dicho con toda claridad, son los de justicia.
Sin embargo, se trata de un ofrecimiento de diálogo que la Argentina no puede
ni debe rechazar.
Estamos aquí, en este lugar también, reclamando diálogo con
el Reino Unido y reclamando diálogo entre todos los sectores que conforman este
Cuerpo. Argentina lo hace en el contexto de su apego al cumplimiento de la
obligación de resolver las controversias por medios pacíficos, actitud que la
ha caracterizado en toda su historia como nación.
Esta posición en modo alguno supone que la República
Argentina deje de lado los requerimientos emanados de la Justicia nacional en
relación con el juzgamiento de los presuntos responsables de cometer tal
atentado. No podríamos hacerlo, por otra parte, porque esto depende de jueces y
fiscales.
Lo que sí queremos decir es que creemos que ese diálogo debe
ser constructivo, que debe ser un diálogo sincero y que debe tener resultados
para poder ser creíble y, por lo tanto, no ser entendido simplemente como una maniobra
dilatoria o distractiva.
Quiero finalmente culminar mi intervención. A veces cuando
pienso todas las cosas que nos han pasado a los argentinos es como lo que les
ha pasado a muchos países en distintas etapas, pero a nosotros nos ha pasado en
nuestro territorio, en nuestra historia y a nosotros: la debacle económica y
social más terrible de la que se tenga memoria; todavía también tenemos una
potencia que ejerce colonialismo en nuestro país, el terrorismo internacional
nos eligió dos veces como destinatario de sus ataques. Es como que si uno se
pusiera a pensar, hubiéramos concentrado todos los problemas, las tragedias y
las miserias de este mundo en un solo territorio.
Nuestra posibilidad de recuperación en lo económico, nuestra
incansable e imprescriptible lucha por recuperar lo que es nuestro y también la
imprescriptible demanda para reclamar justicia para las víctimas de los
atentados y la fortaleza con la cual hemos emergido de todas esas tragedias, me
da la confianza y la certeza que es, precisamente, el camino que hemos elegido:
el de lograr crecimiento con inclusión social para nuestros compatriotas, el de
lograr el respeto irrestricto a los derechos humanos con juicios por la
memoria, por la verdad y por la justicia; el lograr también estar hoy
acompañada aquí, como Presidenta de todos los argentinos, por familiares de las
víctimas del atentado de AMIA, que confían en que el Gobierno va a seguir
haciendo lo que siempre ha hecho, que es defender precisamente los valores de
la verdad y la justicia, lo que me hace sentir grandes esperanzas para que Dios
ilumine a todos los que tengan que tomar decisiones, no en vistas a las
elecciones, sino en vista al destino del mundo en las próximas décadas.
Por eso quiero saludar a todos y cada uno de los que hoy han
hecho uso de la palabra, a los que también lo harán, y agradecer a todos
ustedes el apoyo que a cada una de estas causas han brindado a mí país la
República Argentina.
Muchas gracias y que Dios los guarde a todos. (APLAUSOS)