Fue el más extraordinario poeta de todo el continente
americano, no tanto por la belleza de sus versos hermosos, sino por el
compromiso constante de sus palabras a favor de los pueblos del mundo y en
contra de las tiranías y las dictaduras. Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto
nació el 12 de julio de 1904 en Parral, en la hermana república de Chile. Nadie
recuerda su nombre, porque pasó a la historia como Pablo Neruda, el poeta de
los versos magistrales.
Huérfano de madre desde su mismo nacimiento, fue criado por
su padre, que era un obrero ferroviario. Desde muy niño, que el todavía
Ricardo, mostró una gran inclinación hacia las letras y, en especial, por la
poesía. A los 13 años publicó su primer artículo y en breve comenzó a
destacarse. La poetisa chilena Gabriela Mistral, a quién conoció en la época,
lo introdujo en el mundo de los grandes poetas. Fue allí, todavía en su
adolescencia, en donde Ricardo pasó a llamarse Pablo Neruda, como una forma de
evitar la oposición de su padre, quien no quería que su hijo fuera poeta.
Con sólo 20 años publicó una de las obras cumbres de la
poesía castellana: 20 poemas de amor y una canción desesperada.
En 1927 emprendió una larga carrera diplomática, que lo
llevará a variados destinos, como Birmania, Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos
Aires y Madrid. En España, Neruda vivirá desde adentro las consecuencias de la
guerra civil, que se cobrará la vida de su amigo y colega, Federico García
Lorca. Este hecho terminó de transformar a Neruda como poeta y como persona.
Durante toda la guerra, Neruda se dedica a socorrer a las víctimas y a los
perseguidos políticos del régimen fascista de Francisco Franco.
En 1950 publicó su obra cumbre, Canto General, que es un
extenso y apasionado recorrido por el continente americano, sus pueblos y sus
luchas. El trabajo reúne más de 230 poemas, muchos de ellos, de una hermosura
inconmensurable, como estos versos:
AMÉRICA, no invoco tu
nombre en vano.
Cuando sujeto al corazón la espada,
cuando aguanto en el alma la gotera,
cuando por las ventanas
un nuevo día tuyo me penetra,
soy y estoy en la luz que me produce,
vivo en la sombra que me determina,
duermo y despierto en tu esencial aurora:
dulce como las uvas, y terrible,
conductor del azúcar y el castigo,
empapado en esperma de tu especie,
amamantado en sangre de tu herencia.
Cuando sujeto al corazón la espada,
cuando aguanto en el alma la gotera,
cuando por las ventanas
un nuevo día tuyo me penetra,
soy y estoy en la luz que me produce,
vivo en la sombra que me determina,
duermo y despierto en tu esencial aurora:
dulce como las uvas, y terrible,
conductor del azúcar y el castigo,
empapado en esperma de tu especie,
amamantado en sangre de tu herencia.
Entre premios y reconocimiento,
tanto nacional como internacional, Neruda comenzó una activa militancia
política en el Partido Comunista de Chile, por el cual llegó a senador.
Enfrentado con el gobierno de Gabriel González Videla, debió emigrar y vivir
varios años en el exilio.
Regresó a su país en 1962, en
donde retomó sus actividades artísticas y políticas. Pese a que había sido
designado por su partido como pre candidato a presidente para las elecciones de
1970, decidió renunciar y apoyar a Salvador Allende, quien accedió a la
presidencia en 1971. Allende nombró a Neruda como embajador chileno en París.
Ese mismo año, además, la Academia de ciencias sueca lo distinguió con el Nobel
de literatura.
Pablo Camogli