La recuperación de las Georgias

A la hora de hablar de las Malvinas, pocas veces se considera que el conflicto con Gran Bretaña trasciende la exclusiva posesión del archipiélago malvinense, para configurarse en una disputa por la totalidad del Atlántico Sur. En este sentido, el reclamo argentino engloba tanto a las Malvinas, como a las islas Sandwich del sur y a las Georgias, ubicadas a unos 2000 kilómetros al suroeste de Malvinas. La última de estas islas, también fue escenario del conflicto armado de 1982, cuando el 3 de abril de aquel año, se produjo la recuperación armada de las Georgias.

En un acontecimiento muy poco conocido de aquella historia, el incidente que terminó de desencadenar la guerra de 1982, se registró en las Georgias. El 19 de marzo, un grupo de obreros argentinos destinados al desguace de una planta industrial en Leith, enarboló una bandera argentina. Este gesto casi simbólico, fue observado por las tropas del Servicio Británico de Investigaciones Antárticas, con sede en Grytviken. A partir de allí, la guerra estuvo en marcha.

Mientras el grueso de las tropas argentinas navegaba hacia Malvinas, otro contingente menor, se dirigió hacia las Georgias. Entre las tropas movilizadas, figuraban las tropas de elite de la infantería de marina, denominados grupo Lagarto y que, en aquella misión, fueron conducidos por el genocida Alfredo Astiz.

En las primeras horas del 3 de abril de 1982, la fuerza argentina arribó al fondeadero de Grytviken con una clara intención ofensiva. Los británicos contaban con 22 infantes de marina muy bien armados, los que rechazaron la intimación argentina para que entregaran la isla. A las 11 de la mañana, se inició el asalto helitransportado a bordo de un helicóptero Puma del Ejército y un Alouette de la Armada. Un primer contingente pudo desembarcar sin problemas, pero el segundo fue atacado por los británicos, causando dos muertos y dos heridos.

Al producirse esta resistencia, se ordenó a la corbeta Guerrico que se introduzca en la Bahía y atacara con sus poderosos cañones las posiciones inglesas. El navío cumplió la orden, pero con decepcionante resultado, ya que el cañón de 20 mm se trabó al primer disparo, el de 40, se trabó al sexto, otro de 20 también se trabó y el de 100 apenas disparó un tiro. Mientras en el barco argentino se producían todos estos inconvenientes, los ingleses respondieron con lanzamisiles antitanques y más de 250 proyectiles sobre la estructura del buque, con el trágico saldo de un muerto.

Con buena parte de su arsenal utilizado y ante la evidente disparidad de fuerzas, a eso de las 13 horas las tropas inglesas se entregaron. Habían cumplido con su misión, habían provocado bajas en el enemigo y no tenían más alternativa que rendirse ante el jefe argentino, Astiz. Poco después, cuando la situación sea a la inversa, Astiz tendría una actitud cobarde, al rendirse sin disparar ni un solo disparo, pero esa es otra historia. Hoy, recordamos el día en que, hace 30 años, se recuperaron las islas Georgias.

Pablo Camogli