Juan Cabral, la víctima que dejó el correntinazo


A fines de la década de 1960 el país era un hervidero social, político y económico. Luego de casi 15 años de dictaduras y de gobiernos pseudo democráticos, la sociedad había avanzado en su organización política, sindical y estudiantil de forma tal de salir a disputar las calles contra los represores y sus cómplices civiles. Mayo de 1969, será recordado como el mes de los estallidos populares, en donde el Cordobazo siempre asoma como la principal referencia. Pero lo ocurrido en Córdoba tiene un antecedente directo, ese antecedente se llama Juan Cabral, la víctima que dejó el Correntinazo.

A partir de la intervención de las universidades decretada por el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía en 1966, que los claustros estudiantiles se transformaron en campos de batalla ideológica, política y práctica. En 1968, el rector interventor de la Universidad Nacional del Nordeste, Carlos Walker, decidió la disolución de los centros de estudiantes y un aumento del 500 por ciento en los precios del comedor universitario de la ciudad de Corrientes.

Esta situación desembocó con una gran huelga estudiantil que literalmente paralizó las actividades al comienzo del ciclo lectivo de 1969. Las movilizaciones se hicieron casi a diario, mientras desde diversos sectores llegaron apoyos y otros directamente se plegaron al plan de lucha de los estudiantes, como el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, la CGT y varios de sus principales gremios.

Luego de meses de movilizaciones, el 15 de mayo la Coordinadora Estudiantil de Lucha organizó una marcha hacia la casa del rector interventor. Esa mañana, la policía estaba determinada a impedir la movilización y a reprimir a sangre y fuego la columna de los estudiantes. Y así ocurrió. Las balas de goma y los gases lacrimógenos, lograron dispersar a los manifestantes, quienes no pudieron lograr el objetivo de llegar hasta la sede del gobierno universitario.

Cerca del mediodía, un grupo de dispersos se juntó en la plaza Sargento Cabral, entre los manifestantes se encontraba Juan, que, casualmente, tenía el mismo apellido de aquel valiente granadero que había salvado a San Martín en San Lorenzo.

En ese momento, mientras los estudiantes definían qué acciones emprender frente a la represión, asomó un patrullero de la policía correntina, desde el cual dispararon con armas de fuego al grupo reunido en la plaza. En medio de la confusión, el pánico y la desbandada, quedó el cuerpo de Juan Cabral tendido en el piso y herido de muerte. Juan cursaba la carrera de Medicina y tenía una militancia activa.

Esa jornada el correntinazo siguió por las calles, pero sus implicancias tuvieron alcance nacional. A los pocos días estalló el rosariazo y en menos de dos semanas se produciría el cordobazo, el gran estallido popular de 1969.

Pablo Camogli