Todos fueron víctimas, ¿pero de quién?

Un supuesto enfrentamiento entre campesinos sin tierra y policías deja un saldo de 17 muertos. Los hechos permanecen absolutamente opacos. El gobierno da señales contradictorias y ninguna información. Los grandes medios fabulan y aterrorizan. 


Por este motivo publicamos una entrevista que el colega Carlos Amorín realizara al Pai Oliva, sacerdote jesuita y referente moral, ético y político en el país, para conocer su versión y opinión de estos hechos.


En la actualidad Paraguay es sin duda el país con el sistema político más inestable de América del Sur. Allí parece estar aún abierta la Caja de Pandora que durante décadas agitó una dictadura jurásica, esparciendo corrupción institucionalizada, mafias, traficantes, impunidad, inseguridad jurídica para los débiles, informalidad económica y ahora corporaciones sojeras todopoderosas.


En un contexto político caótico en el cual ninguna alianza es confiable, las muertes de Curuguaty son aún un acertijo cerrado, y las informaciones difundidas parecen destinadas más a confundir que a aclarar. Por eso, este diálogo con un amigo de siempre de la Rel-UITA.


¿Qué información puede compartir en este momento sobre los incidentes en Curuguaty?
-Los campesinos estaban acampados allí desde hacía un tiempo. Según algunos indicios, personeros del Partido Liberal les habían ofrecido 10 hectáreas a cada uno y eran unas 50 personas. El comisario de la zona recibió la orden de ir hasta el lugar, pero aún no se sabe cuál era el objetivo de la incursión: si un allanamiento o un desalojo.

El comisario iba hacia allí apenas con policías locales y sin armamento especial, ya que este tipo de intervenciones son bastante habituales en el país. Casi invariablemente se produce un diálogo, una negociación, y los campesinos se desplazan hacia otro lado. A veces las cosas pueden llegar a una refriega, una pelea, pero nada más. Este hecho es absolutamente excepcional.


En el camino el comisario encargado de la ejecución del operativo decidió dar marcha atrás porque justamente no tenía en claro qué era exactamente lo que debía hacer. Pero recibió una orden de su superior regional, Arnaldo Sanabria, quien lo obligó a continuar la acción.


Cuando los policías aún no llegaban hasta el campamento donde se encontraban los campesinos, un grupo aún no identificado de personas con armas de guerra los atacó por sorpresa. Parece que los hubieran estado esperando, que hubiesen sabido que vendrían policías mal armados.

Allí se produjo un primer tiroteo en el cual cayeron varios agentes del orden. Ante esto, la Policía se retiró del lugar, pero luego regresaron con refuerzos de grupos especializados en la represión y armas pesadas. Unos 300 efectivos realizaron vasto operativo que abarcó un amplio territorio alrededor del campamento y cargaron a sangre y fuego.


Los campesinos no comprendían lo que estaba sucediendo. La mayor parte pretendió escapar. Otros intentaron defenderse con lo que tenían: alguna escopeta para cazar, machetes...


El resultado ya lo conocemos: once campesinos y seis policías muertos, decenas de heridos, una tremenda conmoción social.


Hay numerosos detenidos, incluso gente que nada tiene que ver con lo que ocurrió, como un grupo de personas que estaban pescando deportivamente en un río cercano.


¿Esto pudo haber sido una suerte de conspiración, una provocación orquestada por terceros?
-Es posible, es posible. El problema ahora es que no hay información oficial, no hay comunicación del gobierno con la sociedad. No se sabe bien a quién beneficia esta masacre.
Se corren muchísimos rumores, y la prensa que está al servicio de los poderosos –sobre todo la televisión– ha dicho cosas inauditas que resultaron completamente falsas, pero que provocan una gran confusión en la gente.


¿No se ha podido establecer contacto con los campesinos sobrevivientes?
-De ellos sólo sabemos que hay unos que están muertos y enterrados y los demás están presos, pero no se sabe nada más.


¿Qué intereses puede haber detrás de algo así?
-Hay mucha gente tratando de despejar esa incógnita. Puede favorecer al Partido Colorado, el partido del ex dictador Stroessner, que tiene un ala derecha muy dura.


Pero también puede favorecer al Partido Liberal, más débil que el Colorado pero que ocupa la vicepresidencia, y en un clima de caos y desestabilización podría intentar un zarpazo a la Presidencia.


Puede favorecer los intereses de los narcos y las mafias que dominan esa región del país, pero también a los grandes plantadores de soja, la mayoría extranjeros, que ocupan al 75 por ciento de la población local.


Un incidente de este tipo puede justificar la militarización de la zona y el fin de las reivindicaciones de reforma agraria de los campesinos.
Se ha sembrado una gran confusión y se intenta criminalizar cualquier protesta popular.


¿Cómo ha reaccionado el presidente Fernando Lugo?
-Paradójicamente, el Presidente nombró nuevo jefe de la Policía Nacional a Arnaldo Sanabria, el oficial de la región de Curuguaty que dio la orden de continuar con el operativo a pesar de que el comisario que estaba ejecutando la acción aconsejó detener la operación para buscar un diálogo.


¿Por qué lo nombró?
-El presidente está siendo amenazado ahora con un juicio político, y lo nombró a petición del Partido Colorado. Además, puso como Ministro del Interior a Candia Amarilla, el ex fiscal general del Estado, quien fue destituido por él mismo debido a denuncias de corrupción. Son concesiones que está haciendo seguramente obligado por su fragilidad política del momento.


¿Y usted qué opina de todo esto?
-En lo que pienso es en que la ciudadanía se estaba despertando, se estaban haciendo manifestaciones -una de ellas de más cinco mil personas-, y se logró impedir una enorme transferencia de recursos del Estado a los operadores políticos. Fue una gran victoria ciudadana.


También está pendiente de resolución el juicio político a la Corte Suprema de Justicia acusada de corrupta, que está al caer, pero el Parlamento se niega a hacerlo a pesar del reclamo popular en las calles.


Todas estas movilizaciones se han detenido ahora por temor a una represión como la de Curuguaty.


¿Qué relación puede tener esto con las próximas elecciones de abril de 2013?
-Es posible que haya empezado una campaña electoral muy prematura… Pero, ¿a quién beneficia? En este momento los dos principales partidos aparecen tratando de llevar agua para su molino.


Parece todo muy orquestado…
-Evidentemente alguien ha hecho un plan para conseguir algo, pero está muy mal hecho, y por eso es difícil entender a quién beneficia. Cuando sepamos esto podremos identificar a los responsables…


Por otra parte, se está pidiendo que se conforme una Comisión Nacional con observadores extranjeros que acudan al lugar, se entrevisten con los presos y los policías actuantes, investigue y saque a luz los hechos y sus motivaciones, pero es difícil que se logre.
En algunos lugares se están realizando “velatorios simbólicos” donde la gente acude espontáneamente con velas y hay micrófonos abiertos de varios medios comunitarios y democráticos que permiten hablar a la gente.


El pueblo se expresa en general en términos muy positivos, porque todo el mundo siente que allí se enfrentaron paraguayos pobres contra otros paraguayos pobres, en una emboscada orquestada por alguien más. Tanto los campesinos como los policías murieron para beneficio de terceros. Todos fueron víctimas en este caso.


El presente material se edita en MateCocido por gentileza de Patricia Iglesias,
del Servicio de Información de la Regional Latinoamericana de la UITA (SIREL), Uruguay.