Durante
semanas enteras, un puñado de productores rurales, devenidos en gremialistas,
recorrieron las picadas misioneras para organizar a los pequeños y medianos
productores bajo una organización que los representara a todos. La tarea,
realizada chacra por chacra, dio sus frutos. Así, el 28 de agosto de 1971, hace
exactos 40 años, surgía el Movimiento Agrario Misionero, el querido MAM.
El gobierno
de la Revolución Argentina, instaurado por Juan Carlos Onganía en 1966, aceleró
el proceso de transnacionalización de la economía. El país entró en rápido
proceso de venta a precio vil de sus industrias, sus riquezas y sus materias
primas. La economía de Misiones, claro, se dedicaba a este último rubro, con lo
que la situación en el interior de la provincia comenzó a tornarse muy
complicada.
Para
comienzos de los años 70, la Argentina era un hervidero político y social. En
las ciudades y en los campos, surgían expresiones de lucha, resistencia y
construcción política. Frente a la dictadura, no había más alternativa que la organización.
Bajo el impulso de compañeros como los hermanos Peczak, Anselmo Hippler, Michele
Guilbard, José Czerepak y Tatú Berent, entre otros, el MAM se constituyó en la
principal herramienta de acción política en la provincia, con una capacidad de
movilización de varios miles de productores.
Durante los
años que mediaron hasta la dictadura, el MAM fue un actor clave, al permitir la
articulación entre distintos productores y generar la participación política de
los mismos. La defensa de la producción local, compuesta en su mayoría por té,
tung, tabaco y yerba, estuvo en el centro de los reclamos rurales. Además, pugnaron
por el mejoramiento de la infraestructura local y desde el MAM se sostuvo una
dura crítica contra el gobierno de facto.
El golpe de
1976, puso a los miembros del Movimiento Agrario Misionero como uno de sus
principales objetivos represivos. La feroz dictadura militar se ensañó con
ellos, porque ellos reflejaban al pueblo en lucha. El 50 por ciento de los
miembros de la primera comisión directiva del MAM fueron víctimas de la
dictadura, a alguno de ellos, aún hoy los buscamos. Por todos ellos, aún hoy,
reclamamos justicia.
Pablo Camogli