Sarmiento ¿padre del aula?


Hoy, hace 200 años, nacía Domingo Faustino Sarmiento, padre del aula, Sarmiento inmortal. Su nombre, se relaciona como el de ningún, con la historia de la educación en la Argentina. Fue un hombre clave de la etapa que la historiografía oficial ha denominado como “fundacional” de nuestra patria, junto a Bartolomé Mitre, Nicolás Avellaneda y Julio Argentino Roca, los otros presidentes que gobernaron el país entre 1862 y 1888.

Antes de ser presidente, Sarmiento denostó a Facundo Quiroga en un libro de la literatura clásica Argentina, El Facundo; también luchó contra Juan Manuel de Rosas y se enemistó con Justo José de Urquiza. Pese a ser un hombre del interior, Sarmiento tuvo un odio visceral contra los caudillos federales, a los que definió como el elemento bárbaro de su fórmula sociológica expresada en el binomio: civilización y barbarie. Él, Sarmiento, siempre se consideró del bando de los civilizados, y fueron estos, los civilizados, los que instauraron el mito del padre del aula.

Antes de ser presidente, además, fue director de la guerra en el interior. En el oeste del país el agite social contra el gobierno de Bartolomé Mitre se hizo sentir con fuerza, y rápidamente Angel Vicente Chacho Peñaloza movilizó miles de hombres en defensa del federalismo y los sectores populares. Mitre respondió como lo hizo siempre, con represión y violencia. Para ello, envió a Sarmiento, pero no para educar a los gauchos riojanos, puntanos, mendocinos, catamarqueños, cordobeses, sino para matarlos. Así lo dijo el propio Sarmiento, quien declaró, textualmente, que se encontraban en una “guerra a muerte [...] entramos en el género de la guerra contra vándalos o piratas... es permitido, entonces, quitarles la vida donde se los encuentre”. Y así lo hizo el director de la guerra. En los 12 años de gobierno de Mitre y Sarmiento, murieron 7.931 argentinos en los campos de batalla y otro número indefinido en los campamentos de tortura y en las matanzas perpetuadas por las tropas sarmientinas. Además, hay que contar los 18.000 muertos en la guerra del Paraguay. Así, en apenas 12 años, Mitre y Sarmiento se cargaron a más de 26.000 argentinos muertos. Claro, lo hicieron en nombre de la civilización.

Cuando Sarmiento llegó a la presidencia, tampoco se preocupó por la educación. Más allá de algunas medidas de cierta importancia, como la escuela normal y la creación de escuelas primarias en distintos puntos del país, su política educativa fue, más bien, magra y escasa. Según la investigación de Juan Carlos Vedoya, la inversión en educación primaria (vital en un país que contaba con más del 70% de la población analfabeta) fue de apenas el 0,79% del presupuesto. Por cada niño en edad escolar, se invirtió la irrisoria cifra de 0,0047 centavos. Otros países, en situación similar a la Argentina, invirtieron hasta el 66% de su presupuesto en educación, como Estados Unidos y Alemania.

Pero, ¿en qué gastó Sarmiento los dineros públicos? La respuesta es simple, en pagar los gastos de la orgía de sangre que fue la guerra contra el hermano Paraguay y la represión contra el interior. Durante los seis años de gobierno de Sarmiento, la deuda externa argentina aumentó 303 %. Sólo la última dictadura militar, aumentó nuestra deuda en un porcentaje mayor.

Así, cabría preguntarse si Sarmiento, este Sarmiento racista, represor, genocida y pésimo administrador, se merece el título de padre del aula. Nuestros hijos, en sus escuelas, lo siguen idolatrando como a un ser inmortal. Nuestro hijos, deberían saber la verdad, para dejar de idolatrar a un ser repudiable, y hacer, de sus aulas, un espacio de paz y tolerancia.