La crisis griega eclipsa al G-20

La reunión de las grandes potencias en Cannes tuvo el dramatismo de una película de suspenso. Pero Grecia no es el único país europeo que será tutelado por la UE. Por otro lado, Italia “no ofrece credibilidad” a los mercados, según la directora del FMI, Christine Lagarde.

Un nuevo acto de la tragedia griega eclipsó la sexta cumbre del G-20 de Cannes, condicionando totalmente su orden del día. La sucesión vertiginosa de acontecimientos en vísperas del encuentro internacional lo trastocó todo.
La amenaza del gobierno socialista griego de someter a referéndum popular el plan de ajuste impuesto por la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI para seguir recibiendo nuevos tramos del multimillonario rescate financiero, cayó como una bomba entre sus acreedores. Las Bolsas cayeron en picada, las primas de riesgo se dispararon, los mercados especularon más que nunca con la salida de Grecia del euro y con la entrada en recesión prácticamente de toda Europa.

El primer ministro griego, Yorgos Papandreu, fue acusado por sus socios europeos y por Estados Unidos de “irresponsable”, de “poner al euro al borde del abismo”, y con ello a la estabilidad monetaria mundial. Las principales democracias del mundo no están acostumbradas a consultar a sus ciudadanos sobre su propio futuro. ¡Cómo aceptar que el presidente del país que acunó el término “democracia” –“Gobierno del pueblo”, en griego– hiciera una consulta popular semejante!

Las presiones sobre Papandreu fueron extremas. Merkel y Sarkozy se lo dijeron con todas las letras: “O Grecia acepta el rescate con las condiciones que conlleva, o tiene que salir del euro”. Pero el primer ministro griego se había quedado sin cartas. Estaba entre la espada y la pared. Llegó al poder en octubre de 2009 heredando una deuda pública colosal del Gobierno conservador de Costas Karamanlis, y aceptó sin rechistar todas las recetas ultraliberales de ajuste que le impusieron los acreedores para salir del pozo y que dejaron en la calle a cientos de miles de personas, con recortes de pensiones, en educación, en sanidad.

La tercera fuerza de la oposición, los comunistas del KKE, reclamaban, por su parte, en el Parlamento y en la calle, la dimisión del gobierno y la convocatoria de elecciones anticipadas. Las huelgas generales y las movilizaciones callejeras fueron en aumento. El gobierno temía no superar el viernes una moción de confianza, varios diputados del Pasok se distanciaban del primer ministro.

“Teníamos tres alternativas: la primera era catastrófica, convocar elecciones; la segunda era el referéndum y la tercera lograr un consenso más amplio para sacar adelante el plan de salvamento”, dijo posteriormente el propio Papandreu. Primero descartó la primera opción, y se arriesgó a utilizar la segunda, la consulta ciudadana. Y con esa amenaza hizo carambola, consiguió en realidad la que buscaba, la tercera. En cuestión de horas consiguió lo que ni él ni la UE habían logrado antes, que el líder de Nueva Democracia, Antonis Samaras, aceptara tanto respaldar los planes de ajuste como que la economía griega quede intervenida por sus acreedores.

Una vez que logró vencer esa resistencia, Papandreu se olvidó de su consulta al pueblo y se dejó convencer por Merkel y Sarkozy. Con ello, el viernes superó la moción de confianza. Todos volvieron a respirar, las Bolsas se recuperaron y el precipicio se vio un poco más lejos, sólo un poco. El líder griego negocia ahora con Nueva Democracia la formación de un gobierno transitorio –que podría estar liderado por un tecnócrata como el ex presidente del Banco Central Europeo, Lucas Papademos– que gestione la crisis y convoque elecciones.

Pero Grecia no es el único país europeo que será tutelado por el FMI, la UE y el Banco Central Europeo. A pesar de no requerir por el momento un rescate, Italia “no ofrece credibilidad” a los mercados, según la directora del FMI, Christine Lagarde. Por ello, Silvio Berlusconi ha aceptado que controlen que se aplican los ajustes sociales a rajatabla.

Según el Financial Times, el ministro de Finanzas italiano, Giulio Tremonti, le dijo días atrás a Berlusconi: “El lunes habrá un desastre en los mercados si tú, Silvio, continúas en tu puesto y no te vas. Porque el problema para Europa y los mercados eres, de hecho, tú”.

Fue en medio de esa convulsa situación que tuvo lugar la cumbre de Cannes, dejando enorme incertidumbre sobre el futuro inmediato y mediato no sólo de Europa y Estados Unidos, sino del conjunto del sistema financiero mundial. Europa pretendía que los países emergentes aportasen capital al Fondo Europeo de Estabilización Financiera (Feef) previsto para ayudar en el rescate a otros países europeos en dificultades.

Pero de China recibió un balde de agua fría. “Como dijo el presidente Hu Jintao, el problema es de los países europeos y la responsabilidad primera es de los europeos. China puede ayudar un poco, pero la responsabilidad principal descansa en Europa”, declaró Justin Yifu Lin, economista jefe del Banco Mundial. China prefiere intervenir en la crisis europea a través de su participación en el BM y el FMI y no de forma directa aportando capital al Feef.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, rechazó también la idea de invertir en el Feef. “No tengo intención de invertir en el fondo. Si los europeos no tienen planes de contribuir (con más recursos), ¿por qué lo tengo que hacer yo?”, preguntó Rousseff en la rueda de prensa al fin de la cumbre.
Una de las pocas iniciativas adoptadas en la cumbre ha sido la de obligar a 29 grandes bancos de todo el mundo a aumentar en los próximos cinco años su capital entre el 1% y el 2,5%, en prevención de los riesgos que implicaría el derrumbe de cualquiera de ellos.

En la declaración final, los 20 países miembros se comprometen a revitalizar sus economías, a crear empleos, “generar un entorno financiero seguro” y “promover la inclusión social”. A pesar de que el texto supone un progreso con respecto al de cumbres anteriores, por el momento es sólo una declaración de deseos, como tantas de las que se hacen en este tipo de encuentros, sin que existan compromisos en firme ni mecanismos de verificación posterior.

La posibilidad de que el FMI integre al yuan a su canasta de monedas de referencia mundial, o de que se aplique una tasa a las transacciones financieras, son propuestas que han quedado postergadas nuevamente para la próxima reunión, que tendrá lugar en México en Junio de 2012.
El encuentro del G-20 ha servido más para estrechar relaciones bilaterales –como el importante encuentro entre Cristina Fernández de Kirchner y Barack Obama– que para dar las respuestas que, se supone, tiene que dar un organismo que pretende constituirse en la gobernanza mundial.
Roberto Montoya