La roja revolución de Oktubre


La revolución rusa fue el fruto de un largo proceso histórico, que comenzó, quizás, en 1905, con los primeros levantamientos populares frente al poder omnímodo de los zares. El desarrollo de la primera guerra mundial, en donde Rusia perdió millones de hombres y ocasionó una profunda crisis social que, rápidamente, se tradujo en descontento político y en caldo de cultivo para la explosión de la roja revolución de Oktubre.

Ya a fines de 1916, la Duma, el poder legislativo imperial, había conminado al zar Nicolás II, a efectuar una serie de transformaciones que fueron desatendidas por el gobernante. Esto abrió paso a la primera etapa de la revolución, producida en febrero de 1917 y que ocasionó la caída de los zaristas y la organización de un gobierno de tipo liberal burgués, liderado por Kerensky. Para ello, se había producido una alianza entre liberales y socialistas, alianza que tendría corta duración.

Frente a la falta de avances concretos, los sectores más radicalizados comenzaron a presionar para alcanzar el poder real. A través de la acción conjunta del partido bolchevique, conducido por Lenin, y del comité militar revolucionario liderado por León Trosky, los soviets iniciaron el proceso revolucionario que los conduciría hacia la obtención del poder.

Luego de numerosos combates en varias ciudades de Rusia, en especial en torno al palacio de Invierno, de Petrogrado, los bolcheviques se alzaron con el gobierno entre el 7 y el 8 de noviembre, dando paso a la mayor experiencia comunista de la historia.

A partir de la revolución de Oktubre, denominada así por la utilización en la época de un calendario diferente al actual, se inició una profunda transformación de las estructuras gubernamentales, militares y sociales de Rusia. El antiguo estado burgués fue suplantado por el Estado obrero, bajo el control o dictadura del proletariado. Además, los medios de producción fueron puestos bajo el control obrero y la tierra fue expropiada a los grandes terratenientes y capitalistas para ser redistribuida entre los campesinos. Finalmente, y como forma de monopolizar el uso de la fuerza, se creó la Guardia Roja y el Ejército Rojo, éste último organizado y dirigido por Trotsky.

La roja revolución de Oktubre abrió paso a otros procesos revolucionarios similares en todo el mundo. Fue un espejo para aquellos que soñaban con crear un mundo distinto al atroz capitalismo. Durante más de siete décadas, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, fue un ejemplo para el mundo, más allá de errores o aciertos a la hora de hacer efectivas las consignas fundamentales del comunismo.

Hoy, con un mundo en donde la vieja antinomia capitalismo/comunismo se diluye frente a las crisis de ambos sistemas, tan sólo nos queda la mirada histórica, para recordar aquella revolución, la roja revolución de Oktubre.

Pablo Camogli