Hubo una época en donde las potencias
imperiales se consideraban las dueñas de América. En aquella época, no tan
lejana, los países más poderosos del mundo actuaban bajo el poder de sus armas,
para imponer sus criterios sobre cuanta diferencia surgiera entre los países.
Hace 99 años atrás, le tocó sufrir a Venezuela, el fuego del enemigo.
Debido a una serie de conflictos internos
en Venezuela, el país vivió varios años de una sangrienta guerra civil. A todo
esto, las potencias mundiales se disputaban los espacios de conquista. Estados
Unidos ya dominaba el Caribe, pero los europeos también querían su tajada sobre
el continente americano.
La guerra civil había provocado un
descalabro económico en Venezuela, que rápidamente entró en cesación de pagos,
en especial en todo lo referente a su crédito internacional. El virtual default
fue la excusa perfecta para los profetas de la violencia. El 9 de diciembre de
1902, una fuerza conjunta de Gran Bretaña y Alemania, compuesta por 15
embarcaciones, atacó el puerto de La Guaira.
En los días siguientes, los agresores
destruyeron la precaria escuadra venezolana y atacaron varios puntos de la
costa caribeña con total impunidad. El 22, el jefe de la escuadra inglesa,
decretó el bloqueo total sobre los puertos venezolanos hasta que el país no
pague sus deudas. Al bloqueo, también se plegaron Alemania e Italia.
Durante el tiempo del bloqueo, el
presidente venezolano Cipriano Castro se acercó a Estados Unidos, mientras que
de todas las latitudes de Latinoamérica llegaron adhesiones y un fuerte repudio
a la acción imperialista. La muestra más acabada de ello, fue la postura de
nuestro canciller Luis María Drago, quien el 29 de diciembre de 1902 expidió un
documento doctrinal sobre la ilegalidad del cobro violento de una deuda que
será conocido como la doctrina Drago.
Durante el mes de enero de 1903, las
agresiones continuaron, con ataques y bombardeos sobre el pueblo de San Carlos,
tan sólo defendido por un cañón de 80 mm que tenía la dotación.
La cercanía de Venezuela con Estados Unidos
abrió paso a las negociaciones diplomáticas, que resultaron en los protocolos
de Washington, firmados el 13 de febrero de 1903 y que sellaron la paz entre los
agresores y el país latinoamericano. En aquel protocolo, Venezuela se vio
obligada a reconocer la deuda con Inglaterra, Alemania e Italia y se
comprometió a realizar pagos constantes, para lo cual puso como garantía el 30%
de su comercio exterior. Una cláusula que, en aquella época del continente, era
sencilla de arrancarle a nuestros países, que sufrieron bajo el fuego del
enemigo imperial.
Pablo Camogli