El tratado de Madrid, la rendición formal


El conflicto de Malvinas hoy vuelve a estar en el centro de la atención pública. Luego de 179 años de usurpación y a casi 30 de la guerra por la posesión de las islas del Atlántico sur, es bueno recordar algunos de los momentos que marcaron la historia de conflictos entre nuestro país y Gran Bretaña. Hoy, 15 de febrero, se cumplen 22 años de la firma de la “Declaración conjunta de las delegaciones de la Argentina y del Reino Unido”, que fue, en los papeles, la rendición formal de la Argentina luego del conflicto de 1982.

En un viraje profundo de todo cuanto había dicho durante su campaña presidencial, el entonces jefe de Estado Carlos Menem, modificó la política exterior de la Argentina para acercarla hacia los lineamientos de Washington, capital de Estados Unidos. El nuevo objetivo de la cancillería argentina sería establecer relaciones carnales con el imperio hegemónico. Para ello, la Argentina debía, primero, someterse diplomáticamente ante Gran Bretaña, la aliada estratégica de los yanquis a nivel planetario.

Para ello, el presidente Menem envió a Lucio García del Solar, un experimentado diplomático de carrera, hacia Madrid, en donde debía asignar una Declaración con el representante británico, Sir Crispin Tichelle.

La reunión se celebró los días 14 y 15 de febrero de 1990, bajo muestras de efusivo entusiasmo por parte de la prensa de ambos países.

La declaración, que en verdad era un Tratado, algo que no se asignar sin la participación del Congreso de la Nación, reestablecía las relaciones entre ambos países y las ubicaba, en términos diplomáticos, a los niveles del coloniaje impuestos por el Tratado de Amistad de 1825.

El tratado creó lo que se conoce como el paraguas de la soberanía, o sea, discutir sobre todo menos sobre aquello que le importa a la Argentina, que es su soberanía sobre las islas del Atlántico Sur. A partir de este punto de partida, la declaración establece mecanismos de cooperación en diversas áreas, todas ellas de importancia e interés para los británicos, como las zonas de pesca y de exploración petrolera, que la Argentina prácticamente le entrega a su enemigo de toda la vida.

El gobierno de Menem presentó la firma de acuerdo como un enorme logro diplomático y como el primer paso para la recuperación de las islas. Nada más alejado de la realidad que ello, la firma de la Declaración de Madrid fue, en la práctica, la rendición formal de nuestro país.

Pablo Camogli