No necesitaba pronunciar palabras para
hablar. Él, hablaba con sus movimientos y su expresividad. Fue uno de los
artistas más reconocidos del siglo XX, quizás por esa fascinación que genera el
que logra, desde la simpleza y la sencillez, alcanzar un nivel artístico
superlativo. Eso, y mucho más, fue lo que logró con su carrera Marcel Marceau,
el mimo que fue un genio del movimiento y el silencio.
Marcel Mangel nació el 22 de marzo de 1923
en Estrasburgo, Francia, en la frontera este con Alemania. Miembro de una
familia de religión judía, Marcel debió abandonar Estrasburgo durante su
adolescencia, ya que la región había caído en manos de las tropas nazis. Su
padre, no tuvo la misma suerte y fue detenido y remitido el terrible campo de
exterminio de Auschwitz. Junto a uno de sus hermanos, Marcel decidió cambiarse
el apellido, para dejar atrás todo rastro de judaísmo. De allí que adoptara el
apellido Marceau, que hacía referencia a un general de la época de la
revolución francesa.
Durante la segunda guerra, Marcel se alistó
en las tropas de Francia Libre, las que, desde la resistencia, combatió al
régimen nazi. Luego de la invasión de Normandía y gracias a su dominio del
inglés, colaboró con los aliados hasta la derrota final del nazismo.
Una vez concluida la guerra, Marcel se
interesó por las artes escénicas debido a su admiración por Charles Chaplin. Para
ello se inscribió en la academia de arte dramático de París, en donde
rápidamente se destacó por sus cualidades como actor. Ya para 1946, era un
actor reconocido por su capacidad sobre el escenario.
De todas formas, su fama mundial llegaría
de la mano de una especialidad, el mimo. El mimo es una disciplina de teatro
físico, en donde el arte dramático se transforma en movimiento y en ello,
Marcel Marceau fue un verdadero genio.
La fecha de nacimiento del genio artístico
de Marceau fue 1947, cuando creó el personaje Bip, el payaso con un suéter a
rayas y con un maltratado sombrero de copa decorado con una flor. Esa flor,
según lo explicó alguna vez el propio Marceau, representaba la fragilidad de la
vida.
Con ese personaje, Marcel recorrió el mundo
y se transformó en uno de los artistas más reconocidos en todos los
continentes. Con sencillez y simpleza, Marcel logró montar espectáculos y
escenas inolvidables y asombrosas con el único poder de sus gestos y sus
movimientos. Quizás su pieza “Joven, maduro, anciano y muerte", sea el mejor
resumen de su capacidad artística.
Pablo Camogli