La larga lucha contra los monopolios de la comunicación


En los últimos años en la Argentina se ha instalado el debate sobre el rol que desempeñan los grandes monopolios de la comunicación. La extensa lucha por la sanción de una nueva ley de medios y la violenta respuesta que ella obtuvo por parte del grupo Clarín, hacen sospechar que la disputa entre el poder público y el poder privado que controla los medios, es una novedad política del siglo XXI. Pero ello no es así, ya que se registran antecedentes históricos en la Argentina. Bien se puede decir que desde hace años, que el país sostiene una lucha contra los monopolios de la comunicación.

Durante el primer gobierno peronista, la prensa fue un factor de desestabilización permanente. En aquella época, además, estaba el agravante de que no había tantas facilidades como ahora para hacer circular la información o generar medios alternativos. El país estaba prácticamente dirigido por los diarios La Nación y La Prensa. El resto de los medios gráficos tenía un alcance y una influencia menor, como los diarios Crítica y Clarín.

Quizás el principal enemigo del gobierno democrático, fue el diario La Prensa, tradicional vocero de la oligarquía y los grupos extranjeros que hacían suculentos negocios agroganaderos con aquella. La familia Gaiza Paz había comenzado a publicar el diario La Prensa el 18 de octubre de 1869, el que rápidamente se transformó en vocero de sus propios intereses de clase. José Clemente Paz fue el impulsor del diario y el dueño de una magestuosa mansión en la plaza San Martín de Buenos Aires, actual sede del Círculo Militar.

La Prensa se había hecho célebre en la década de 1930, cuando había celebrado con el mayor beneplácito la firma del tratado Roca-Runciman del 28 de abril de 1933 y que fuera definido por el genial Arturo Jauretche como el Estatuto Legal del Coloniaje. Coherente con su postura antinacional, el diario se encontraba ligada a la agencia de noticias United Press, vocera del imperialismo yanqui durante la segunda guerra mundial.

Desde esa tribuna de la comunicación, La Prensa se transformó en un acérrimo enemigo del gobierno nacional y popular instaurado en 1946 bajo el liderazgo de Juan Perón. El gobierno salió a disputar la palabra contra los monopolios y lo hizo con toda la fuerza que le otorgaba el apoyo masivo de los trabajadores. Para ello, se sancionaron una serie de leyes tendientes a limitar el poderío de los monopolios, hasta el 18 de abril de 1951, cuando el Parlamento Nacional expropió el diario. La CGT se hizo cargo de la empresa y la Fundación Eva Perón financió con sus recursos, el pago de los salarios atrasados de los trabajadores, que venían manteniendo una larga huelga en reclamo de sus haberes. Aquel día, el gobierno, había ganado una batalla, en la larga lucha contra los monopolios de la comunicación.

Pablo Camogli