El 3- El VIH en Argentina


Situación de los niños, niñas y adolescentes con VIH en Argentina
Breve diagnóstico colectivo del estado de la respuesta en los servicios de salud.

Es importante aclarar que hasta 2001 en nuestro país sólo se notificaban los casos de SIDA y que a partir de ese momento se inició la notificación de casos de infección por VIH sin SIDA. 

Vale otra aclaración. Con frecuencia oímos hablar de la infección por HIV y del SIDA como si fueran sinónimos, pero, tener HIV no quiere decir que se tiene SIDA. El estar infectado con el HIV significa que uno ha estado expuesto al virus y que no es definitivo que vaya a desarrollar la enfermedad. Se puede permanecer sin síntomas (Portador Asintomático), por mucho tiempo. 

Es de fundamental importancia resaltar que con el avance de los nuevos tratamientos se puede vivir saludablemente con el HIV toda la vida. 

El SIDA es la etapa avanzada de la infección por HIV con presencia de síntomas que se producen cuando el Sistema Inmunológico se deteriora y deja de funcionar en forma eficaz, desarrollándose enfermedades oportunistas y/o marcadoras debido a que se ha perdido la capacidad de defensa del organismo de luchar contra los distintos agentes que causan enfermedades.

Si sólo se consideran los diagnósticos producidos a partir del año 2001, estos son 3.337, de los cuales el 56% eran en personas de 0 a 14 años y el 46% en personas de 15 a 19 años.

Cabe destacar que en el grupo de 0 a 14 se registran más diagnósticos en la década del 90 (50%) que en los últimos diez años (41%), mientras que en el grupo de 15 a 19 la relación se invierte: el 44% se diagnosticó en la última década y el 34% en los años 90. 

Esta diferencia se debe a la disminución progresiva de la incidencia de infecciones por transmisión vertical.

Mientras que la cantidad de diagnósticos en adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años se mantiene relativamente constante a lo largo de los años, los que corresponden a niños/as de 0 a 14 van disminuyendo a lo largo de la década, desde un pico de 333 en 2002 hasta descender a menos de la mitad en los últimos años.

Las vías de transmisión están claramente diferenciadas entre el grupo de 0 a 14 y el de los de más edad. El 91% de los niños y niñas de 0 a 14 diagnosticados entre 2001 y 2010 se infectaron por transmisión perinatal. 

En cambio, en el grupo de 15 a 24, el 83% de los varones y el 89% de las mujeres se infectaron por relaciones sexuales desprotegidas. En el caso de los varones, el 38% durante una relación sexual heterosexual y el 46% en una relación sexual con otro varón.

Si se restringe el análisis a las notificaciones correspondientes a infecciones por transmisión vertical, desde la identificación del primer caso de una persona infectada de esa forma hasta el 31 de diciembre de 2010, se informaron
4.246 casos.

Año de diagnóstico            Personas
<= 1990                                         93
1991-2000                               2.198
2001-2002                                   613
2003-2004                                   522
2005-2006                                   319
2007-2008                                   288
2009-2010                                   213

TOTAL                                      4.246

Al analizar las notificaciones de casos de transmisión perinatal según año de nacimiento se observa que se alcanzó un pico de 329 casos en 1995, año a partir del cual comienza un descenso significativo. 

El mismo es atribuible tanto a la implementación de la profilaxis con zidovudina como a la sanción en el país de una normativa específica para perinatología que permitió universalizar la oferta del test de VIH para mujeres embarazadas y comenzar la profilaxis con antirretrovirales (ARV) en las mujeres infectadas.

De acuerdo con la edad al momento del diagnóstico, casi el 99% de los casos se diagnosticaron antes de los 14 años de edad y el 60% antes del año de vida.

El porcentaje de niños detectados después del primer año de vida aún es muy alto, lo cual limita el impacto positivo de las intervenciones terapéuticas.

El descenso de la transmisión vertical en la última década se evidencia tanto en los casos notificados a la Dirección de SIDA como en el número de diagnósticos reportados por los laboratorios y en la cantidad de niños/as en seguimiento en los servicios de salud.

En relación con las defunciones, también ha descendido la tasa de mortalidad por SIDA. En el grupo de 0 a 14 años, ésta alcanzó un pico de 9,4 por millón en 1998 hasta ubicarse en 1,7 en 2008; y en el grupo de 15 a 24 años pasó de 34,0 en 1995 a 6,9 en 2008. En 2008 fallecieron 17 niños/as de 0 a 14 y 46 jóvenes de 15 a 24.

Año Defunciones por SIDA de 0 a 14 años Defunciones por SIDA de 15 a 24 años
Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres
1990-1994           194 98 96 614 468 137
1995-1999           392 196 192 825 547 263
2000 58 37 21 86 52 34
2001 31 15 16 76 40 36
2002 56 27 29 65 42 23
2003 38 23 15 59 32 27
2004 38 18 20 47 26 21
2005 24 13 11 41 26 15
2006 38 23 15 47 26 21
2007 30 14 16 30 15 15
2008 17 9 8 46 22 24
Total 916 473 439 1936 1296 616

La mayoría de las personas diagnosticadas están tratadas con ARV (los fármacos antirretrovirales son medicamentos para el tratamiento de la infección por el retrovirus VIH, causante del sida.): el 89% de los niños de 0 a 14 y el 81% de los adolescentes de 15 a 19 años está recibiendo tratamiento. En el caso de los hospitales pediátricos, estas proporciones alcanzan al 94% de los niños/as de 0 a 14 años y al 91% de los de 15 a 19 años.

Estos datos demuestran el amplio nivel de cobertura de la población pediátrica en seguimiento y el acuerdo general sobre los beneficios de iniciar el tratamiento ARV en forma oportuna.

Todos los laboratorios coinciden en la importancia de garantizar un proceso de diagnóstico completo y oportuno, procurando obtener una primera muestra para estudios virológicos (PCR) antes del primer mes de vida (a las 24 o 48 horas; 7, 14 o 21 días, según el laboratorio), una segunda muestra entre el primer o segundo mes y una tercera entre los 4 y 6 meses de vida. A los 18 meses se recomiendan estudios serológicos (Elisa) para confirmar la seroconversión.

Sin embargo, del análisis de los datos compartidos surge la necesidad de trabajar en la normatización de los circuitos de diagnóstico pediátrico para garantizar el diagnóstico oportuno, ya que muchas jurisdicciones no disponen de recursos en los laboratorios locales y requieren derivación de las muestras, lo cual complejiza el proceso.

Vale destacar un estudio prospectivo realizado por el Centro Nacional de Referencia para el SIDA (CNRS) para evaluar la resistencia primaria a antirretrovirales en una muestra de 127 niños infectados por transmisión vertical.

El mismo mostró que casi el 70% fueron diagnosticados después del primer año de vida y que el 73% de ellos tenían inmunosupresión moderada a severa al momento del diagnóstico, con recuperación clínica e inmunológica limitada después del inicio del tratamiento.

Estos datos se discutieron para reafirmar la importancia del diagnóstico precoz para el inicio del tratamiento oportuno.

La tasa de transmisión vertical puede estar sesgada porque no se conoce la cantidad total de niños expuestos y porque muchos no completan el proceso diagnóstico. Así, en algunos laboratorios se registra hasta un 35% de diagnósticos incompletos. 

En este sentido, uno de los temas a encarar es la normatización y agilización del circuito y algoritmos de laboratorio para el diagnóstico oportuno.

Conclusiones y propuestas

La información compartida con los equipos de salud confirma que existe subnotificación de casos. Esto limita las posibilidades de definir de manera exhaustiva la problemática pediátrica tanto en cantidad como en calidad, es decir, a cuántos niños, niñas y adolescentes con VIH se está atendiendo en el país y cómo es la atención que reciben.

Sin embargo, podemos definir dos poblaciones claramente diferenciadas: los niños, niñas y adolescentes expuestos e infectados por transmisión perinatal y los/las adolescentes infectados por otras vías, predominantemente la sexual. Los primeros tienen seguimiento en los servicios de infectología pediátrica mientras que los segundos concurren, habitualmente, a los servicios de adultos.

Si bien no hay un dato preciso sobre cuál es la tasa de transmisión perinatal del VIH a nivel nacional, hay evidencias claras de que ha habido un descenso consistente desde la implementación de las estrategias adecuadas de diagnóstico y profilaxis prenatal.

El control inadecuado del embarazo con diagnósticos tardíos durante el parto o puerperio, la seroconversión durante el embarazo, la lactancia prolongada y las infecciones agudas con parejas masculinas no diagnosticadas, se mencionan como algunas de las dificultades para disminuir, definitivamente, la transmisión vertical del VIH.

La falta de un registro sistematizado de niños expuestos y el alto porcentaje de niños que no completan el proceso diagnóstico limitan la definición de la tasa de transmisión vertical en el país. Esto último constituye también un claro obstáculo para el inicio del tratamiento antirretroviral oportuno, el cual, de acuerdo a las recomendaciones actuales, debe ser iniciado antes de los tres meses de vida.

El acceso heterogéneo a los centros de diagnóstico de cada jurisdicción obstaculiza el diagnóstico pediátrico oportuno, evidenciándose una gran concentración de laboratorios en el área metropolitana con dificultades para el traslado desde las regiones del NOA y NEA.

A pesar de las dificultades en el diagnóstico, el alto porcentaje de cobertura de tratamiento ARV en los niños, niñas y adolescentes en seguimiento demuestra el nivel de consenso en relación a las ventajas de la terapia oportuna en esta población.

Con respecto a los adolescentes que se infectan por transmisión sexual, estos no están representados en los servicios pediátricos ya que suelen ser asistidos en los servicios de infectología de adultos, que no cuentan, en general, con espacios diferenciados para esta población.

Por ello es necesario sensibilizar y capacitar a equipos interdisciplinarios en las especificidades del abordaje de los y las adolescentes con VIH.

Al igual que en la población adulta, la transmisión del VIH vinculada al uso de drogas inyectables ha disminuido significativamente en nuestro país y las relaciones sexuales desprotegidas constituyen la vía de transmisión predominante, incluyendo el sexo entre varones, lo cual requiere necesariamente la incorporación de esta temática en el abordaje de la educación sexual integral.

El número 3 corresponde a que el inicio del tratamiento debe iniciarse antes de los 3 meses de vida en niños y niñas con HIV para que sea realmente efectivo.

Fuente: UNICEF Argentina