El estrés y la sobreexigencia influyen en los
pequeños olvidos cotidianos y el posterior deterioro cognitivo.
Nos
olvidamos del turno con el dentista, los nombres de las personas se nos quedan
en la punta de la lengua, al salir del shopping no recordamos dónde
estacionamos el auto y además perdemos los anteojos, la billetera y las llaves
de casa.
Según los especialistas, en
mayor o menor medida, estos pequeños olvidos nos afectan a todos, y si bien
algunas distracciones no deben ser motivo de alarma, hay otras que si se
repiten podrían estar vinculadas con problemas de la memoria y deberíamos
prestarles atención.
Las consultas en los centros neurológicos
especializados en memoria van en aumento. En otras palabras: en el consultorio,
los médicos diagnostican desde afecciones graves hasta casos más leves de
pérdidas momentáneas de la memoria causadas por estrés o a sobreexigencias de
la vida diaria.
El gran
fantasma, el Alzheimer
Precisamente, el tema de la memoria comenzó a tomar
relevancia ante la difusión de ciertas afecciones propias de la vejez
vinculadas con la pérdida de la capacidad cognitiva, como el Alzheimer, hoy
considerado una epidemia debido al envejecimiento progresivo de la población
mundial.
"Hay olvidos que son normales, hay
otros que son el comienzo de enfermedades. En los normales a uno algo se le
borra, pero después lo recupera. Es decir, pierdo las llaves del auto, pero más
tarde recuerdo que las dejé sobre la mesa de la entrada. El olvido patológico,
en cambio, es cuando no puedo traer algo a la memoria y además esta situación
se asocia a otras similares o se reitera. Por ejemplo, preguntar tres veces lo
mismo en un lapso corto no es normal", asegura el Dr. Ricardo F. Allegri,
investigador del Conicet y jefe de Neurología Cognitiva de la Fundación para la
Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia (Fleni).
"Los
últimos adelantos científicos permiten la detección temprana del Alzheimer por
medio de biomarcadores que pueden estudiarse en líquido cefalorraquídeo o a
través de neuroimágenes estructurales o funcionales, es decir PET con marcador
amiloideo", explica Allegri.
Para el neurólogo, estos estudios "son de
gran importancia, debido a que se están desarrollando estrategias preventivas y
nuevas terapéuticas para los problemas cognitivos".
Sin
llegar al punto de hacerse estos estudios, ¿cómo
saber cuándo los pequeños olvidos cotidianos pueden derivar en un trastorno
cognitivo?
Según Allegri, "cuando una persona siente que está perdiendo la
memoria no necesariamente es una patología, pero cuando los familiares
consideran que alguien sufre olvidos frecuentes lo aconsejable es la consulta
neurológica, ya que probablemente se esté ante un caso de Alzheimer".
Mejor
prevenir...
Mientras que hace algunos años sólo las personas
mayores se alertaban ante una posible pérdida de la memoria, hoy son muchos los
que pasados los 40 comienzan a prestar atención a los olvidos cotidianos.
"Me
preocupé cuando una vez no me acordé de pasar a buscar a uno de mis chicos por
la puerta del colegio. Tengo 3 hijos y cuando llegué de trabajar retiré a los
dos más grandes de secundaria para llevarlos uno a fútbol y a la otra a la
clase de piano. Pero al más chiquito, el que sigue en primaria, se quedó ahí,
en el patio, esperándome..", cuenta Florencia Estévez, que luego de este
episodio decidió hacer una consulta neurológica sobre el estado de su memoria.
Según Teresa Torralba, jefa de Neuropsicología del
Centro de Estudios de la Memoria y la Rehabilitación Cognitiva (Ineco), hay
casos que son típicos de las situaciones de estrés diarias que hacen que
"el cerebro colapse, se afecte el hipocampo y la información aparece como
si fuera una biblioteca totalmente desordenada".
En estas situaciones no
queda capacidad para aprendizajes nuevos ni para recordar tareas específicas.
Son olvidos vinculados con el llamado síndrome de burn out o de cabeza quemada.
Tal es el caso de Federico Ramírez, un gerente
de 43 años que afirma, con humor, que padece de memory full, comparando su
mente con un disco rígido completo de una computadora. Para Ramírez el problema
comenzó hace un año cuando comenzó a pasar por alto las reuniones de
directorio: "Me quedaba en mi escritorio trabajando y me avisaban que
estaban esperándome. Yo llegaba tarde, corriendo y superestresado. Me mandaban
mails, mensajes de texto, de todo para hacerme acordar y yo nada...",
cuenta.
Para los especialistas, hoy es posible prevenir el
deterioro mental procurando mantenerse en buen estado físico, emocional y
cognitivo. En el primer punto es consabida la importancia de la actividad
física y de una dieta saludable. "Lo ideal para la salud cognitiva es una
dieta típica mediterránea, con carne magra al menos dos veces por semana",
advierte Sol Vilaro, jefa de Nutrición en Neurología y Psiquiatría del Ineco.
El descanso tampoco es un tema menor. Según
estudios de la Universidad de Berkeley, Estados Unidos, existe lo que se llama
el efecto siesta, producto de los beneficios del dormir. La investigación
demostró que el sueño es necesario para hacer que el cerebro borre la
información que no necesita y que haga lugar para que ingrese la nueva.
A nivel emocional, especialmente después de los 50
años, es fundamental evitar las situaciones de estrés, planificar actividades
vinculadas con el ocio y mantener una vida social activa. "Cuando uno es
joven, naturalmente está rodeado de gente, pero las personas de mayor edad en
determinados casos tienden a aislarse y esto no es bueno", advierte
Allegri.
A nivel cognitivo, al igual que se ejercitan los
músculos cuando se realizan actividades físicas, también es posible entrenar la
mente desde temprana edad para mantenerla en forma y evitar la pérdida de la
memoria que se produce casi inexorablemente a partir de los 60 años.
"Un estudio reciente sugiere que con sólo diez
sesiones de entrenamiento cognitivo pueden observarse mejorías equivalentes al
deterioro típico presentado en un período de 7 a 14 años", dice Facundo
Manes, director del Instituto de Neurociencias de la Universidad Favaloro.
En
ese sentido ya son varios los institutos neurológicos que ofrecen programas de
encuentros grupales con personas que tengan intereses similares o afinidad en
los cuales se entrenan y estimulan funciones como la memoria, atención, el
pensamiento lateral, la planificación y el control de los impulsos.
Además, estos ejercicios que algunos llaman con
humor la neuro gym se pueden realizar en forma casera o doméstica aprovechando situaciones
de la vida cotidiana. "No son actividades universales, es decir que no hay
una receta que les sirva a todos.
Tal vez para una persona leer un libro es un
desafío mental y tal vez para otra es un hábito que no le implica ningún
esfuerzo", aclara María Roca, neuropsicóloga de Ineco al tiempo que
destierra el mito de que basta con hacer crucigramas todos los días para
obtener agilidad mental.
Para la doctora, lo fundamental es elegir hacer
algo nuevo que nos sea agradable o placentero. "Grandes desafíos
intelectuales pueden generar estrés y eso termina siendo perjudicial para
cualquiera."
Ejercicios para hacer en casa
·
Elija actividades que le representen un desafío
mental, pero que le agraden. Por ejemplo, escuche una música distinta de la que
está habituado o busque un nuevo tipo de lectura.
·
Si sabe que es bueno cantando, baile, y viceversa.
Si se destaca haciendo cálculos matemáticos, lea un libro y viceversa. Si
maneja bien las nuevas tecnologías, intente tocar el piano y viceversa.
·
Mire una película que le interese y explique la
trama con sumo detalle a alguien que no la haya visto. Si no encuentra un
interlocutor, escriba el argumento.
·
Haga las cuentas mentalmente en el supermercado y
luego compárelas con el resultado que ofrezca la cajera.
·
Juegue al tutti frutti, al Scrabble, al solitario,
al póquer y con los juegos electrónicos de la televisión como la Wii o la
PlayStation. Practique con los sitios de Internet que ofrecen juegos y tests
para la mente. ¡Diviértase!
·
Intente recordar nombres de calles, avenidas y
recorridos para llegar a un lugar determinado. Antes de preguntar, mirar el GPS
o consultar en Internet, piense.
·
Memorice asociando las caras, los nombres y los
apellidos de quienes trabajan en su oficina, de los amigos de sus hijos, de los
conocidos del club, etcétera.
·
Intente recordar los números de celular de las diez
personas que más quiere. Evite el marcado automático.
A partir
de los 50 años
·
Mantenga una vida socialmente activa.
·
Intercambie momentos y opiniones con personas de
menor edad.
·
Controle periódicamente sus habilidades mentales,
memoria, atención, planificación, etc., realizando una evaluación sistemática
de las mismas.
·
Lleve un estilo de vida sano.
·
Realice ejercicio físico periódicamente.
·
Evite situaciones de estrés emocional y tenga una
vida relajada que le permita disfrutar de las actividades de ocio.
·
Mantenga una amplia gama de intereses.
·
Realice periódicamente ejercicios para mantener su
mente activa.
Alimentos que ayudan
Espinaca,
brócoli, cebolla, zapallo, zanahoria, morrón.
Frutos
rojos, cítricos, durazno.
Pescados
como salmón, atún, trucha.
Aceites
de maíz, girasol, oliva, canola.
Almendras,
nueces, avellanas.
Carnes
rojas con cortes magros.
Cereales
y legumbres integrales.
El número 50 del bolillero refiere a que a partir de los 50 años hay que prestarle especial atención a los olvidos que tengamos, ya que se puede tratar de un deterioro mental.
Fuente: Diario
La Nación