El Congreso, batalla de fondo

La oposición apunta a disputar poder parlamentario, ante la dificultad de ganar la presidencia. Cómo quedaría la relación de fuerzas si octubre fuera como agosto. 
 
Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso) fueron un adelanto de lo que puede ocurrir en octubre con la disputa por la Presidencia y, al mismo tiempo, un indicio sobre cómo puede cambiar la relación de fuerzas en el Congreso Nacional. Este aspecto de las Paso cobró una relevancia singular los últimos días. La distancia que Cristina Fernández sacó a los otros candidatos empujó a la oposición –política y mediática– a concentrar sus fuerzas en la lucha por las cuotas de poder parlamentario.

Para entender la cocina de lo que se disputará en octubre, a nivel del Congreso, hay que mirar de modo minucioso qué porción de bancas pone en juego cada fuerza política. El recorrido de esta nota será por la Cámara Baja. La excursión deparará sorpresas y explicará muchas posiciones. Se recomienda al lector tomar papel y lápiz. Los datos –aproximados– son muchos, pero inevitables. 

¿Hegemónicos?  
Durante los últimos días, los medios tradicionales y algunos dirigentes políticos sacaron del cajón el viejo argumento del “peligro” de la hegemonía kirchnerista. Una mirada precisa de los números indica que ese riesgo es más un relato de campaña que una realidad. El sistema de renovación parlamentario está cruzado con los turnos electorales para lograr equilibrio entre partidos políticos que vayan consiguiendo adhesión popular. Por eso, los diputados duran 4 años y las elecciones se hacen cada dos. De esta forma, en cada turno electoral sólo se cambia la mitad de la Cámara. Es sustancial tener en cuenta este aspecto del sistema de renovación para entender el escenario de octubre.

El Frente para la Victoria (FpV) es una de las fuerzas políticas que más bancas pone en juego. Tiene 87 diputados y renueva 51; es decir, el 58,6 por ciento del bloque. Esto se explica porque el oficialismo hizo una buena elección en 2007 –cuando Cristina ganó la primera magistratura–, pero una mala en 2009. Por ende, el FpV, logró meter más diputados hace 4 años y estos dirigentes finalizan su mandato en diciembre próximo. Si el oficialismo sacara el 23 de octubre el mismo porcentaje que logró el 14 de agosto, su bloque oscilaría entre los 115 y los 120 diputados. El número que hace falta para poder sesionar en la Cámara baja es 129. Así que aún sacando más del 50 por ciento de los votos, el kirchnerismo tendrá que buscar alianzas para legislar.
Hay un dato que resulta ilustrativo. Después del turno electoral de 2007, el FpV tuvo un bloque de 148 diputados. Hoy, como se mencionó en el párrafo anterior, lograría entre 115 y 120. Lo que explica esta diferencia, de nuevo, es cómo funciona la renovación. En 2007, el krichnerismo ganó y además venía de hacer una buena elección en 2005, así que ambos resultados se sumaron. 

Voto control
“Corremos un grave riesgo institucional si persiste la tendencia de los resultados del domingo. Está en peligro el equilibrio de poderes”. Esta fue la declaración central de la conferencia de prensa que el senador Ernesto Sanz –presidente de la UCR– hizo el jueves pasado, flanqueado por sus correligionarios Ricardo Gil Lavedra y Gerardo Morales.

A pesar del dramatismo que tuvieron sus palabras, los números arrojan otra realidad. La UCR recambia sólo 16 bancas de las 43 que tiene en Diputados; es decir, el 37,2 por ciento. Proyectando los resultados del domingo pasado, los radicales casi conservarían el número de bancas que tienen. Incluso –aunque falta el recuento definitivo– podrían agregar un escaño, con lo que alcanzarían los 44. Este crecimiento, muy leve, se explica porque los boinas blancas hicieron una buena elección en 2009 y por eso es uno de los dos bloques que menos bancas pone en juego.

La situación de Elisa Carrió es casi opuesta. De hecho, la jefa de la Coalición Cívica (CC) salió a pedir apoyo para sus candidatos a diputados. Lo hizo al día siguiente de las primarias apelando al corte de boleta, lo que implica un abandono de su aspiración presidencial. Carrió –que tiene mandato hasta 2013– dijo: “Mi personalidad fue rechazada. La gente me quitó poder porque consideró que la representaban otras expresiones con menos intransigencia y mayores niveles de pactos y acuerdos.” Luego llamó a “cortar boleta, tranquilos”.

El pedido de Lilita se puede inscribir en la lista de los milagros, como el que solicitó y logró Jorge Altamira. Lo concreto es que, a diferencia de los radicales, la CC tuvo una buena performance en 2007, cuando su jefa política compitió por la presidencia y sacó el 23 por ciento de los sufragios. El mandato de los legisladores que entraron en aquel momento concluye el próximo mes de diciembre. Por eso, los lilitos están en riesgo de desintegración como fuerza política. Ponen en juego el 63 por ciento de sus bancas. En números concretos: 12 de un total de 19. La proyección señala que si sacaran en la elección general la misma cantidad de votos que en la primaria, pasarían a tener un bloque de entre 6 y 9 representantes en la Cámara baja.
Mauricio Macri, por su parte, puede respirar un poco más tranquilo. Su fuerza política –el PRO– es otra de las que arriesga poco. Tiene 11 bancas y pone en juego sólo 3. Si en octubre las urnas arrojaran una radiografía de agosto, el PRO perdería un diputado. 

Pino y Binner
El espacio legislativo de Fernando Pino Solanas, el interbloque Proyecto Sur, tiene un escenario dual. Primero: pagará un costo alto por no haber pasado el piso del 1,5 por ciento de los sufragios que requería la primaria para poder competir en la general. Segundo: la mejor performance electoral de esta fuerza fue en 2009, así que varios de sus diputados tienen mandato hasta 2013, entre ellos el propio Solanas. En cifras, Proyecto Sur pone en juego 6 de las 11 bancas que tiene, o sea, el 54,5 por ciento. De todos modos, hay que hacer un desglose. Algunos de estos 6 escaños están ocupados por dirigentes que enfilaron detrás de la candidatura presidencial de Hermes Binner, luego de que Pino decidiera competir en la Ciudad. Estos referentes tienen buenas posibilidades de renovar su mandato. Son Claudio Lozano, Victoria Donda y Eduardo Macaluse.

En el caso de Binner, se especuló durante meses si la ruptura con Ricardo Alfonsín fue producto del acuerdo entre radical y Francisco De Narváez o si el socialista tenía esa carta bajo la manga y buscó una excusa para sacarla. Los datos sobre la renovación parlamentaria fortalecen la segunda hipótesis. El partido de la rosa es uno de los que más bancas pone en juego en las elecciones de octubre. Tener un candidato propio le permitió hegemonizar las listas. Los números son los siguientes: Binner arriesga el 83,3 por ciento de su bloque, 5 de un total de 6. La proyección indica que si en octubre recibiera el mismo respaldo que el domingo pasado, el socialismo quedaría tablas, como se suele definir al empate en el ajedrez. Algo similar sucedería con las 5 del GEN de Margarita Stolbizer. 

¿Disidentes?  
La situación del Peronismo Federal (PF) tiene dos parámetros: el numérico y el político. Este bloque tiene 28 diputados. La mayoría entró en 2007. Esto implica que pone en juego muy pocos escaños: 8 en total, el 28,6 por ciento. En el plano político habría que discriminar tres grupos. Los que responden a De Narváez, como Claudia Rucci y Gustavo Ferrari; los de Duhalde, como Eduardo Amadeo y Alfredo Atanasof, y los de Felipe Solá, como Roberto Moullieron y Raúl Rivara. Este sector –el felipismo– bajó mucho los decibeles de sus ataques al Gobierno hace varios meses y tiene cerca de 6 diputados.

Uno de ellos, Moullieron, habló con Miradas al Sur. Hizo una definición sobre el estilo de oposición que, a su criterio, practicaron los felipistas: “Sentimos que nunca fuimos destructivos, sino peronistas críticos”. Esta señal política no se quedó allí. Moullieron agregó que “nosotros estamos dispuestos a dialogar con el oficialismo, pero para eso necesitamos que nos abran la puerta”.

Por último, la Cámara de Senadores merecería una nota a parte, pero se puede hacer en pocas líneas un trazo grueso. El Senado sufrirá menos modificaciones, ya que los escaños se renuevan cada 6 años. El FpV tiene 29 y si se repitiera los resultados del domingo pasado ganaría 1. El radicalismo conservaría 3 y los disidentes perderían 1 de los 6 con los que cuentan. 
por Demián Verduga y Agustin Alvarez Rey