Guerra colonial contra Libia, por Stella Calloni

La perversión de agencias estadounidenses y europeas y sus subordinados en el mundo al llamar “guerra civil” a lo que está sucediendo en Libia, demuestra cómo se convirtió una intervención colonial contra un país, del que Estados Unidos y sus socios quieren apoderarse por diversas razones de intereses, en una “rebelión” interna que “humanitariamente” debía ser ayudada.

La realidad es que el pueblo libio soporta desde mediados de marzo los bombardeos salvajes de la Organización del Atlántico Norte (OTAN), contra un país de casi seis millones de habitantes, considerando que una buena parte de ese territorio es desierto.

Muerte y destrucción han producido los bombardeos en todo el país, para abrir camino a los mercenarios que fueron desde el principio el motor de la supuesta “rebelión” del pueblo contra Muammar El Khadafi.

No existe ninguna imagen de aquella rebelión “popular”, ni de la “excusa” : los supuestos “bombardeos de Khadafi contra la población civil”- con que ampararon una intervención brutal en pleno siglo XXI.

En tanto esa población civil está siendo masacrada por sus “protectores” de la OTAN y sus hogares, escuelas, centros de alimentación, laboratorios medicinales, universidades, hospitales, destruidos.

Nadie puede desconocer los avances producidos en Libia después que Khadafi encabezara la rebelión que terminó con una monarquía colonial y con el status de colonia que tenía ese país en 1969.

Todo ese esfuerzo está siendo demolido, mientras siembran ese territorio con uranio empobrecido, lo que significa un desastre humano y ecológico para el futuro.

La resolución 1973 adoptada por Naciones Unidas el 17 de marzo de este año, para establecer un supuesto bloqueo aéreo en Libia, tenía como única finalidad impedir al gobierno de ese país soberano defenderse. Esa resolución se tomó sin escuchar lo que los observadores directos tenían que decir.

Se aseguraban así de que Libia no tuviera defensa aérea. Y se puede anotar como una derrota moral que ese país haya resistido durante casi seis meses los bombardeos, dejando en evidencia que los tales “rebeldes” sin la OTAN no existen.

Basta ver una fotografía que circuló en las últimas horas y publicaron algunos medios, mostrando supuestos “opositores libios” cuyo físico, vestimenta y armamento los asimila a los típicos mercenarios que las potencias llevaron a esa región, para tener una dimensión de la verdad que ocultan los medios.

Para poder comenzar y sostener la intervención, Estados Unidos y sus asociados utilizaron los medios masivos de comunicación en el mundo, que en realidad están bajo su control militar y de seguridad.

En este caso contaron también con la colaboración interesada o desinteresada, pero cumpliendo el mismo objetivo, de algunos periodistas e intelectuales considerados “progresistas” que fueron cómplices de esta intervención y de la red de mentiras que se utilizó para justificarla.

Ahora éstos esperan para justificarse ellos mismos, que gane la OTAN y cuente la historia de los vencedores sobre “la horribles violaciones de los derechos humanos cometidas” por el gobierno libio para encubrir lo que hacen los mercenarios y las tropas invasoras. como lo hicieron en Afganistán, Irak o mucho antes.

¿Olvidaron tan prontamente a los “contra” nicaragüenses cuando atacaban desde las bases de Estados Unidos en Honduras a Nicaragua sandinista, destruyendo aldeas, matando, torturando, violando a mujeres y niñas? Ronald Reagan les llamaba entonces “los combatientes de la libertad”.

Llamar “rebeldes” a grupos de mercenarios manejados por la CIA y sus asociados, es faltar el respeto a los rebeldes reales que luchan en el mundo por su liberación.

El pueblo y el gobierno libio no sólo tenían el derecho, sino la obligación de defenderse. Cualquier país del mundo bajo ataque extranjero tiene el deber de hacerlo.

Si logran quedarse con Libia para transformar el país en “una nueva Somalia” como denunció el pasado 19 de agosto el portavoz del Gobierno libio, Mussa Ibrahim, ante el incremento de los bombardeos de la OTAN, todos los países del mundo quedan en la desprotección total.

Con el añadido de que un fiscal argentino de la Corte Penal Internacional (CPI) condenara a Khadafi, mientras ampara las criminales intervenciones y el genocidio de Afganistán e Irak.

Somalia es una nación sin gobierno, con una crisis alimentaria, y es lo que pretenden hacer de Libia las potencias occidentales al continuar los ataques mientras nosotros trabajamos planes de paz recordó también el vocero libio. (Telesur 19 – 8 -11).

La capital de ese país está sufriendo en los últimos días una nueva oleada de ataques de la alianza imperial que causaron decenas de muertos y heridos.

Las autoridades advirtieron el 19 de agosto pasado que los bombardeos se incrementarían en días previos al aniversario 42 de la llamada Revolución Verde, que encabezó Khadafi el 1 de septiembre de 1969.

A esta altura de los acontecimientos, cuando las potencias se han apropiado de los dineros del Estado libio, incluso han instalado en Washington una embajada del llamado Consejo de Transición, lo que nunca antes había sucedido, nadie puede dudar de que estos “rebeldes” jamás representaron al pueblo libio. De hecho antes de controlar territorio alguno, los “rebeldes” crearon el Banco Central de Benghazi. ¿Existe algo similar en la historia?

Nunca pudieron avanzar un tramo sin que la OTAN, mediante bombardeos feroces, les abriera el camino. No es posible ignorar de qué se trata la guerra en Libia, les guste o no les guste Khadafi.

Si leemos los cables de las agencias y la mayoría de los periódicos del mundo, no hay referencias a las víctimas, no existen. El relato único es sobre los “rebeldes”.

Bajo control de los mercenarios, todo tipo de historias se contarán sobre el “terror” gubernamental y los “horrores” de la guerra serán atribuidos al vencido. En un país invadido y ocupado sólo habla el ocupante. El resto queda atrapado en el terror y en la necesidad de la sobrevivencia.

Revisando toda la información desde que comenzó el conflicto, podemos escribir una manual de lo que es realmente el terrorismo mediático, y sus consecuencias. Cada palabra matará como los misiles y las bombas que caen sobre la población.

“Libia: un silencio ensordecedor” tituló Jody McIntyre una nota en el periódico británico The Independent/ ICH.

“Así que ahora estamos enviando helicópteros Apache a bombardear civiles libios. Una escalada de otra sangrienta guerra de la OTAN. O, en boca del coronel Jason Etherington, “sólo agrega algo más a la fiesta”.
“Todos los medios se alinearon. Es una guerra para proteger civiles. Es una guerra para obligar a que Gadafi (Khadafi) se vaya. Como si los gobiernos occidentales, con sus orgullosas historias de abusos contra los derechos humanos en todo el mundo, tuvieran algún derecho moral a juzgar al gobierno de Libia. La retórica de Etherington revela una verdad infame, esta guerra es un juego para nosotros, una ‘fiesta’ que vale la pena agrandar” dice en una parte del texto McIntyre.

Y cita que “hasta Al Jazeera publicó la historia aceptada de los ‘rebeldes’ que tomaban una ciudad tras la otra” y también reclama que “nunca muestran imágenes de los crímenes de la llamada brigada ‘rebelde’, que atacó violentamente a libios negros y a ciudadanos africanos negros en el este del país, calificándolos de ‘mercenarios africanos’ contratados por Gadafi, a pesar del hecho de que todos los libios son africanos. No se informa de nada de todo esto porque no se ajustaría a la narrativa aceptada”.

En otro párrafo se pregunta “¿A qué se debe tanto silencio? A diferencia de Afganistán e Irak, que provocaron inmensas protestas en todo el mundo, la reacción a Libia ha sido relativamente sosegada. Nos han hecho creer una premisa falsa y, como diría Noam Chomsky, hemos permitido que fabriquen nuestro consenso”.

Razona que “el imperialismo no conoce límites cuando ha iniciado una guerra. Siempre me ha impresionado que la gente sea casi histérica en sus reacciones cuando tiene que ver con una guerra en la que participa nuestro país. Si uno observa la realidad de la situación, le acusan de no interesarse por los civiles libios, o de apoyar a un dictador. En realidad, es a nuestro gobierno al que le gusta apoyar dictaduras, y nuestro gobierno es el que está bombardeando civiles libios”.

También cita en su nota a Frank Natter quien escribió en su blog, ‘Straight Talk’:“Todos los que pagamos impuestos consentimos tácitamente y financiamos indirectamente las bombas que se usan para matar a la gente en Afganistán y Libia. Para citar a Sartre: ‘no sois maravillosos, sois asesinos’.”

Con claridad meridiana advierte McIntyre que “esto no tiene nada que ver con la protección de civiles y todo con el restablecimiento de una debilitada dominación militar y económica en la región”.

Por eso este silencio es “ensordecedor” como lo titula en su nota y también aterrador. (Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens)http://www.informationclearinghouse.info/article28282.htm
En julio pasado los periodistas libios enviaron una conmovedora carta después de un bombardeo de la OTAN sobre la televisión libia. “Ya se ha colmado el ‘vaso’ de la intervención extranjera colonialista y genocida sobre Libia, con este ataque contra las instalaciones de la TV, con la muerte de tres compañeros periodistas claramente pertenecientes a la población civil”.

Añaden que en realidad “se tenía que haber colmado con el primer civil que hubiese muerto, pero cuando el dolor es ajeno la mayoría permanece aséptica y acostumbrada a este tipo de noticias y más cuando se justifican con la excusa que es necesario perseguir, expulsar o asesinar a un ‘dictador’. Y advierten que es un límite del que no se puede regresar cuando aumentan los objetivos de ataque que afectan a escuelas, hospitales, universidades y otros organismos o directamente medios de comunicación En nombre de sus muertos piden una reflexión al mundo.

Por supuesto que nadie recogió estas palabras y no hubo “periodistas solidarios” y ese silencio no sólo es aterrador, sino cómplice.

Si Libia cae en las mismas manos que han cometido el primer genocidio del siglo XXI en Afganistán, Irak y otros lugares, habrá caído definitivamente la máscara de la ONU y de la legalidad internacional.

Habrá caído la posibilidad de utilizar negociaciones para la paz, porque nunca aceptó Estados Unidos- ni sus asociados o subordinados-escuchar las voces múltiples que se levantaron, entre ellos de la Unión Africana, de Venezuela y de otros países para evitar otra tragedia en el mundo. Y como sucede con Siria, el “modelo” de crear un foco en un país para arrasarlo luego en nombre del humanitarismo imperialista, será aplicado en cualquier lugar del mundo y ningún país quedará a salvo.
por Stella Calloni, en http://www.apc-suramerica.net