Murió, como dice la canción de Daniel Viglietti, para vivir, vivir como una cruz de luz que ilumina a los pueblos americanos hacia la liberación y la construcción de una Patria Grande. Camilo Torres Restrepo, de él se trata esta historia de luchas, de utopías, de sueños y de sacrificios.
Camilo nació en Bogotá, el 3 de febrero de 1929 y hoy cumpliría 82 años. Hijo de una familia de la pequeña burguesía colombiana, vivió desde chico algunas experiencias poco comunes para las sociedades de la época. La expulsión del colegio, la separación de sus padres. A partir de allí, su camino se bifurcaría (o se uniría) en los estudios universitarios y en el sacerdocio.
En ambos espacios, Camilo se comprometió con la realidad circundante y comenzó a militar activamente. En la universidad, se especializó en sociología, obteniendo el título en Bélgica. En este sentido, demostró una profunda sensibilidad para comprender los fenómenos sociales de la época, en donde las ideas de revolución y liberación nacional se habían instalado en todos los ámbitos. En 1959 se vinculó a la Universidad Nacional de Colombia, desde donde apoyó las luchas obreras y estudiantiles. Además, creó la primera facultad de Sociología de América Latina, junto a un grupo de sociólogos colombianos.
En su otra profesión, la de sacerdote, Camilo Torres se plegó al movimiento de la Teología de la Liberación, al igual que nuestro Padre Carlos Mujica. Este movimiento fue encabezado por un nutrido grupo de sacerdotes del tercer mundo, que creían que el cristianismo debía plegarse a los movimientos de liberación que se desarrollaban en el mundo entero. Para ellos, la liberación era la toma de conciencia sobre la situación de opresión en la que vivían los hombres de los países periféricos. De esta forma, postulaban el sincretismo ideológico entre las ideas cristianas y los postulados del marxismo. La pobreza, decían los teólogos de la liberación, no era un don de Dios, sino un pecado del sistema capitalista al que era necesario combatir.
Ese combate, por cierto, podía llegar al uso de las armas. Y Camilo Torres no rehusó a ello y tomó el fusil. En Colombia gobernaba desde la década de 1950 el Frente Nacional, que era la alianza de los partidos liberales y conservadores y que impedía toda participación política a otros sectores.
Luego de un paso por la política partidaria y en conflicto con la cúpula eclesiástica colombiana, Camilo Torres renunció a sus cargos en la Universidad y se enroló en el Ejército de Liberación Nacional, una de las tantas guerrillas que operaban en Colombia. El 15 de febrero de 1966, en Patio Cemento, en el departamento de Santander, la columna que integraba Camilo, fue atacada por tropas del ejército colombiano. El combate fue una dura derrota para la guerrilla y, entre los numerosos muertos, cayó Camilo. El sacerdote, el doctor en sociología, el guerrillero, murió… murió para renacer, para renacer como una cruz de luz que nos ilumina a todos hacia la liberación.