El último día del Paraguay libre


Las tropas de ocupación lo tenían cercado, rodeado, a punto de capturarlo para sellar la suerte de la guerra más nefasta en la historia de la Patria Grande. Aquel día, 28 de febrero de 1870, sería el último del Paraguay libre. Al día siguiente, el Mariscal caería luchando, desangrado, exhausto, para morir junto a su patria, que aún hoy, lucha por reponerse y reconstruirse.

La guerra de la Triple Alianza, o de la Triple Infamia como la llamaron otros, fue la más cruenta e inexplicable de las luchas intestinas sostenidas por los países hermanos del continente. Tres países, Brasil, Argentina y Uruguay, se lanzaron, sedientos de sangre y de odio, sobre el Paraguay, que por entonces era la porción de tierra latinoamericana más desarrollada y pujante. El general Bartolomé Mitre, con su soberbia característica, había proclamado que en tres meses estarían en Asunción, sin percatarse que, a diferencia de él mismo, el pueblo paraguayo no conocía la cobardía y estaba dispuesto a morir, antes que entregarse a los invasores.

Y así lo hicieron los paraguayos. Durante cinco años lo hicieron. Sin renunciamientos, sin tregua, sin dudas, sin temores a la muerte, porque era en defensa de la libertad, de la libertad del Paraguay.

Y al frente del pueblo paraguayo, se alzó la figura del Mariscal. El Mariscal Francisco Solano López, el mismo que en 1859 había mediado entre Mitre y Urquiza para que ambos firmaran el Pacto de San José de Flores, que ratificaba la Unidad de la Argentina, cuestionada por Mitre al segregar la provincia de Buenos Aires.

El desarrollo autónomo y autosuficiente del Paraguay, con Ferrocarriles, Alto Hornos, astilleros, pero también con educación y tierra para todos, se transformó en un estorbo y en un ejemplo peligroso para los países vecinos. Brasil seguía con su arcaico modelo esclavista, potenciado por el consumo de materias primas de la industrial Inglaterra. Argentina y Uruguay, avanzaban en la adopción del modelo agroexportador, que colocaba a nuestros países como furgón de cola del colonialismo inglés.

Así, los países más atrasados del continente, se lanzaron sobre el más pujante, para destruirlo y con ello, autodestruirse. En 1865 los ejércitos tripartitos comenzaron el ataque devastador sobre el Paraguay. Durante cinco años, el pueblo paraguayo, expresado primero en sus fuerzas armadas y luego en el pueblo todo, resistió el embate y defendió su tierra. Pero la superioridad armamentística y la mayor cantidad de soldados, volcaron las acciones a favor de los invasores. La escuadra brasileña bombardeó cuanto edificio paraguayo encontrara a su paso, mientras que Mitre lanzaba decenas de miles de hombres hacia la muerte de las trincheras paraguayas.

Los niños, los viejos, las mujeres, todos terminaron peleando por defender el Paraguay. El último en caer, fue el Mariscal. El Mariscal Francisco Solano López, quien murió con su espada en la mano, esa que decía: Independencia o muerte. Y él, que era un héroe de la Patria Grande, escogió la muerte, aquella que ocurrió un primero de marzo de 1870, en Cerro Corá.