El estallido revolucionario de 1810 y la
guerra de la independencia que le continuó, generó una serie dificultad para la
patria. Es que el país carecía de tropas experimentadas con las cuales
enfrentar al ejército realista, el tercer ejército más poderoso del mundo en el
siglo XIX. La principal falencia estaba en la ausencia de cuerpos regulares de
ejército, ya que sólo existía el regimiento N° 1 de Patricios y poco más. Para
paliar esta falencia, es que el 16 de marzo de 1812, hace exactos 200 años, el
gobierno creó el Regimiento de Granaderos a Caballo, la más perfecta máquina de
guerra de la revolución.
Al frente del regimiento fue designado el teniente
coronel misionero José de San Martín, quién apenas días atrás había arribado al
Río de la Plata desde España, de cuyo ejército había desertado para plegarse a
la revolución.
Desde un primer momento, San Martín dotó al
regimiento de una férrea instrucción y disciplina, dos características de las
cuales carecían todos los regimientos y batallones existentes. El regimiento se
mudó a un cuartel especial en Retiro, en cercanías de la terminal de ómnibus de
Capital Federal. Allí, todos los días, durante todo el día, San Martín en
persona se dedicó a la instrucción de sus granaderos.
El bautismo de fuego del regimiento fue el
3 de febrero de 1813, en el campo de la gloria de San Lorenzo, provincia de
Santa Fe. En aquella jornada, el jefe del regimiento demostró, en la práctica,
cuál sería el espíritu del cuerpo: la valentía y la determinación ocuparían el
principal lugar y por ello San Martín cargó al frente, con el consiguiente
riesgo de su propia vida, salvada de milagro por Juan Bautista Cabral.
A partir de allí, los Granaderos se
convertirían en una perfecta máquina de guerra y en el más eficaz y victorioso
de los regimientos de la patria. Durante el curso de la guerra, las tropas de
Granaderos lucharían en la Banda Oriental, el Alto Perú, Chile y Perú, hasta
completar sus hazañas bélicas en la memorable batalla de Ayacucho, el 9 de
diciembre de 1824.
Al finalizar la campaña de la
independencia, los Granaderos se habían cubierto de gloria, con victorias
memorables, como la de Pichincha, en donde sólo 96 hombres al mando de Juan
Galo de Lavalle, doblegaron a 400 realistas con una carga furibunda.
Luego de la revolución, el regimiento
regresó al país y tuvo participación en la guerra contra el Brasil. Una vez
finalizada la contienda, los Granaderos fueron disueltos como fuerza armada. En
1903, se decretó la recreación del Regimiento, para actuar, ahora, como guardia
personal del presidente de la Nación.
El Regimiento de Granaderos a Caballo,
creado por San Martín, fue, sin lugar a dudas, la más perfecta máquina de
guerra de la revolución.
Pablo Camogli