Con solo observar alguna de sus obras, uno
ya sabe de quién estamos hablando. Tanto sus pinturas como sus esculturas
monumentales, denotan la mayor característica artística de este colombiano
admirable: la desproporción realista de los personajes que componen sus obras. Personas
y figuras extremadamente redondeadas, de una hermosa obesidad, casi desmedida y
perfecta a la vez, son los trazos salientes de la obra de Fernando Botero
Angulo, quién hoy está cumpliendo 80 años, 80 años del maestro de la
desproporción realista.
Botero nació el 19 de abril de 1932 en
Medellín, Colombia. Desde joven, siendo aún adolescente, se acercó a la
pintura, especialidad en la que realizó sus primeros trabajos en acuarela. Algunos
de esos trabajos se publicaron en el semanario local El Colombiano, que le
depararon algunos sinsabores, ya que fueron catalogados como obscenas.
A los 19 años se mudó a Bogotá, en donde
realizó su primera exposición individual. Gracias a los premios artísticos que
obtuvo y a la venta de algunas de sus obras, Botero viajó a Europa, en donde
recorrió los principales museos y se instaló por largas temporadas en España e
Italia.
En 1956, luego de otras muestras en
Colombia, el artista se radicó en México y Nueva York, continuando un largo
peregrinar en busca de nuevos caminos artísticos. Fue durante su residencia
neoyorquina en donde comenzó a explorar la escultura como una posibilidad
artística más.
A mediados de los 60, Botero comenzó a
ganar fama internacional y a cotizar cada vez mejor sus obras. Para ello, fue
crucial la contundencia y el poder de sus esculturas monumentales, que han
transformado a Botero en el mayor artista del género desde los tiempos
renacentistas.
La vida del colombiano, no estuvo exenta de
tragedias familiares, como la temprana muerte de su hijo Pedrito, en un accidente
automovilístico en 1974, ocurrido en la ciudad de Madrid.
En los últimos años, Botero ya es uno de
los artistas más geniales del arte contemporáneo. En 1992, realizó una
exposición monumental de esculturas en la tradicional avenida parisina de los
Campos Eliseos, una muestra cabal del alcance universal de sus obras.
El compromiso político tampoco fue ajeno al
trabajo de Botero. En el año 2005 presentó una serie de lienzos en el Palacio
de Venecia de Roma, en donde denunciaba los vejámenes y las violaciones a los
Derechos Humanos cometidos por las fuerzas invasoras de la OTAN en la cárcel
iraquí de Abu Ghraib.
Pablo Camogli