La traición se paga con la vida


El siglo XIX fue el siglo de la violencia como forma de hacer política. En ese contexto, era lógico esperar que una traición política se pagara con la propia vida, más cuando esa traición englobaba a buena parte del campo popular. Eso fue lo que ocurrió el 11 de abril de 1870, en el palacio de San José, en cercanías de Concepción del Uruguay, cuando una partida de gauchos le hizo pagar a Justo José de Urquiza su traición con el pueblo federal.

Urquiza nació el 18 de octubre de 1801, y se mantuvo alejado de las cuestiones políticas hasta bien entrada la década de 1820. En aquellos años, Urquiza comenzó su exitosa carrera como productor agrícola-ganadero y comerciante. Ya en el marco de la guerra civil, Entre Ríos era un lugar estratégico, al que siempre el poder de Buenos Aires intentó controlar. De allí que los líderes provinciales apoyaran a Juan Manuel de Rosas, que les aseguraba la autonomía y la posibilidad del autogobierno. Frente a ellos, se aglutinaron los unitarios con base en Montevideo.

Durante la década de 1830, Urquiza luchó para el ejército entrerriano y comenzó a ganar protagonismo político en la escena local y regional. En 1841, fue electo gobernador de su provincia, cargo que ocuparía hasta el día de su muerte. Lentamente se fue transformando en uno de los aliados estratégicos de Rosas, quien lo puso varias veces al frente de los ejércitos de la Confederación Argentina.

Para comienzos de la década de 1850, las provincias argentinas exigían la sanción de una constitución, tal como lo establecía el Pacto Federal de 1831. Pese al clamor existente en el país, Rosas se negó a sancionar un texto constitucional. Ello generó la conformación de la primera Triple Alianza, entre Urquiza, Brasil y el Uruguay contra Rosas, que acabó en la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852.

Caseros significó la llegada a la cima política de Urquiza, quién cumplió con lo prometido y sancionó la constitución nacional en 1853, pese a que la provincia de Buenos Aires se había segregado del país. En esta época, Urquiza se mostró como el verdadero jefe del partido federal, derrotando a la soberbia porteña en la batalla de Cepeda.

Con el paso del tiempo, Urquiza se fue aburguesando, quizás un poco cansado por tantas décadas de andar guerreando. En la batalla de Pavón, de 1859, prácticamente entregó el triunfo al ejército mitrista. A partir de allí, vendría lo peor. Urquiza directamente abandonó el federalismo y abrió paso a la feroz represión del mitrismo sobre el interior del país. De toda la Argentina le llegaron ruegos para que reaccionara y evitara la masacre, pero nunca reaccionó.

Cuando estalló la guerra del Paraguay, Urquiza ya no era el jefe del federalismo, apenas era un enriquecido comerciante que se dedicó a suministrar recursos al ejército invasor argentino. Debido a esta actitud, perdió todo el apoyo popular que había tenido, sus principales lugartenientes comenzaron a abandonarlo y las masas de gauchos se le desbandaron en dos ocasiones.

La traición cometida por Urquiza fue su sentencia de muerte. En 1870 Ricardo López Jordán se levantó en armas contra el gobernador y remitió una partida hacia San José para apresar a Urquiza. Al llegar al lugar, éste se resistió y fue matado por uno de sus captores. Así, Urquiza, pagó su traición con su propia vida.

Pablo Camogli