Los pesos pesado pelean por la crisis, por Tomás Lukin

La conferencia de Lindau puso en evidencia que en materia económica no hay un saber técnico único, sino diversas visiones y teorías para responder a un mismo hecho. Los cruces entre Stiglitz, Myerson, McFaden y Mirrlees fueron una prueba de ello.

En una conferencia con 17 Premios Nobel de Economía, las coincidencias entre los galardonados son una rara avis y su visión sobre la ciencia a partir del estallido de la crisis financiera internacional no es la excepción. 

La dificultad para comprender el estallido financiero y la profundización de la crisis a la que conducen las políticas de ajuste fiscal diseñadas para lograr el efecto contrario invitan a los ganadores del Nobel, en su mayoría de orientación ortodoxa, a reflexionar sobre los marcos teóricos con los que trabajan. 

Los premiados consultados por Página/12 en la Conferencia de Lindau se pueden distribuir en dos grupos. Por un lado están quienes consideran que los desarrollos macroeconómicos en los últimos 40 años permitieron mejorar la calidad de vida a nivel global. En ese grupo se encuentran Roger Myerson y Daniel McFaden. 

Por el otro, aquellos que advierten que los esquemas teóricos tradicionales fracasaron y son parte responsable de la crisis, como Joseph Stiglitz. Al mismo tiempo, entre quienes reconocen el fracaso de los esquemas dominantes existen posiciones como las de James Mirrlees, que enfatiza que las respuestas no se encuentran en otros marcos teóricos como el marxismo, el estructuralismo o las corrientes postkeynesianas, sino más bien en la reformulación y adecuación de las ideas hegemónicas.

“La macroeconomía avanzó mucho desde la Gran Depresión, cuando casi no se conocía nada sobre la política monetaria y fiscal, hoy estamos mucho mejor gracias a esos avances. Todavía tenemos mucho que aprender, pero se hicieron grandes progresos en materia teórica que mejoraron sensiblemente la vida de las personas”, señaló Myerson a Página/12. 

Por su parte, McFadden, quien brindó una clase sobre los mercados de seguros de salud, limitó la responsabilidad de la teoría económica dominante a la incapacidad de los usuarios de esos modelos. “Esta crisis fue el resultado de una regulación inadecuada y una expansión del crédito agresiva y exagerada. Muchos modelos subestimaban la posibilidad de condiciones extremas. Se puede decir que algunos economistas son responsables por diseñar esos modelos. Pero se trató más bien de un problema de implementación de los responsables de la política económica antes que un error en los fundamentos de la teoría”, estimó el Nobel.

“Esta también es una crisis de la teoría económica. Los modelos tradicionales fracasaron. Necesitamos arreglar el sistema financiero, pero no será suficiente para retomar el sendero del crecimiento. Es necesario un nuevo paradigma. Si la macroeconomía está en su época dorada, se trata de un oro de muy mala calidad”, explicó Stiglitz durante una de sus presentaciones frente al lago Constanza. “La teoría señalaba que uno de los problemas eran las rigideces en el mercado de trabajo. Pero hoy, los países donde se profundiza el problema del desempleo son aquellos que más desregularon ese mercado. En cambio, donde no se aplicaron esas políticas el desempleo es menor”, sostuvo el profesor de la Universidad de Columbia.

“No entiendo por qué algunas personas como Stiglitz no pueden ver que la macroeconomía realizó avances muy importantes, no sé por qué no está de acuerdo conmigo”, dijo a este diario Myerson antes de presentar un modelo para explicar la inestabilidad del sistema financiero que, según precisó, “no contempla la existencia de dinero o los activos de largo plazo, sólo el riesgo moral”. 

La respuesta de Stiglitz fue pública cuando el economista cuestionó a los modelos tradicionales por no anticipar la crisis, no incluir a los bancos en sus desarrollos e ignorar la posibilidad de una crisis originada dentro del sistema. “El problema no es la simplificación a la que recurren los modelos, el asunto es que estos modelos dicen que la crisis no podía suceder. Si los modelos no contemplan a los bancos entonces no existe el crédito. ¿Cómo es posible pensar en estrategias para impulsarlo?”, refutó Stiglitz.

Por su parte, el último ganador del Nobel, Peter Diamond, enfatizó la necesidad de “impulsar planes de estímulo fiscal para enfrentar el creciente desempleo”. “La teoría económica tiene responsabilidad en la crisis. Esas teorías argumentaban que se necesitaban cada vez más mercados y que éstos serían eficientes y autorregulados. Eso es un grave error”, explicó el británico Mirrlees.

En ese sentido, el profesor Stiglitz deslizó un elocuente comentario durante su presentación: “La razón de por qué la mano invisible muchas veces parece invisible es porque no está ahí, no existe”.

De todas formas, Mirrlees consideró que los enfoques alternativos están disponibles dentro de la misma teoría dominante y rechazó recurrir a otras corrientes de pensamiento. “No me gustan las teorías marxistas o poskeynesianas. Trabajan con categorías muy vagas”, consideró.
 por Tomás Lukin