Un millón de netbooks ya distribuidas en todo el país es un número que impresiona, pero sólo un número. Las aulas de miles de escuelas comienzan a verse revolucionadas por prácticas nuevas, más alegres y creativas.
Se sabe bastante de los números “pesados” del programa Conectar Igualdad pero se conoce bastante menos acerca de qué está pasando dentro de las aulas, en lo profundo del país. Se trata de un asunto estratégico en tiempos en que comienza a hablarse más de calidad educativa y menos de los ingentes recursos que viene invirtiendo el Estado en educación.
En uno de los infinitos links de la web de Conectar Igualdad se accede a un informe de avance on line que muestra de qué manera evoluciona día a día la distribución de netbooks: la cifra ya alcanza 1.016.284. Se supone que cuando finalice la tercera etapa de entregas en 2012 se habrá triplicado ese número. Aparecen la provincia de Buenos Aires con casi 288 mil máquinas distribuidas, Corrientes con 21.660, Río Negro con 13.820. A esta altura, la Argentina es el país del mundo que más netbooks distribuyó en el nivel secundario en un programa semejante. Pero de nuevo, apenas si comienza a saberse qué sucede con los chicos, los docentes y las familias de los pibes en geografías muy diversas, aulas que aparecen un tanto revolucionadas ante tanto paradigma nuevo y tantas prácticas de uso recién desembarcadas.
Miradas al Sur se planteó hacer una primera exploración de esos mundos nuevos mediante las crónicas de provincias que se publican en este informe. Patricia Pomiés, una joven especialista (entre otras cosas) en la aplicación de las nuevas tecnologías en la educación y que se desempeña como directora del portal www.educ.ar del Ministerio de Educación, es alguien más que recomendable para intentar comprender lo que sucede. Y lo que parece que está sucediendo en miles de escuelas del país es una suerte de inmensa asamblea a la vez entusiasta, dinámica y creativa, ardua de ser traducida por ahora en una escala compacta de racionalizaciones duras. Lo que sí abundan son las pistas. Dice Pomiés, de movida, que si existía algún temor a que los docentes se mostraran reticentes por la entrada a lo pavo de las netbooks eso no sucedió y que por el contrario los profes se muestran “felices” de encontrar una oportunidad para entusiasmar a los chicos, para hacer de la escuela un espacio más atractivo, para retenerlos en las aulas (incluyendo adolescentes embarazadas), para acortar distancias.
–Hay docentes –dice Pomiés– que toman a las netbooks como “un instrumento más” de enseñanza y hay otros que plantean que a partir de las netbooks cambian radicalmente los modos de organizar una clase o hacer funcionar el aula, de un modo más horizontal, más participativo, con discursos nuevos. Esa fue la primera sorpresa porque habíamos pensado que quizá tuviéramos que persuadir a los docentes y resultó que son ellos los que proponen estrategias nuevas.
Algunos profes, dice Pomiés, quizá se limiten a bajar ciertas infografías, imágenes o textos. Otros se bajan una clase entera desde el portal de Educ.ar. Otros encaran funcionamientos colectivos novedosos.
A las máquinas. Lo que ocurre con los chicos, los docentes, las clases y las netbooks es una sumatoria gigantesca de nuevas prácticas y vivencias difíciles de sintetizar. “Ocurre de todo y es disímil”, dice Patricia. Lo que sigue son apenas flashazos. Primer ejemplo, docentes de Educación Física. Más de uno pudo pensar que serían los últimos en apelar a las netbooks. Pues no, hay ahí un efecto Bielsa: los profes dicen que las netbooks les permiten comunicarse mejor con los chicos, que gracias a ellas y los videos analizan el desempeño táctico de equipos de distintas disciplinas deportivas, que se analizan por You Tube determinados movimientos del cuerpo, que entrenan incluso en términos de educación alimentaria.
En lengua, hay profes entusiasmadísimos en exprimir todas las herramientas que provee la ofimática, aulas enteras que se ponen a componer textos literarios según el viejo juego del “cadáver exquisito” (ese en que se escribe colectivamente según los fragmentos de palabras que se echan al fuego), que se funciona en conjunto y no mediante la hojita individual, que se aprende a pronunciar mejor el inglés o el francés (o a aprender mejor en general) mediante tramos de películas o el uso despiadado y divertido de los programas que contienen diccionarios bilingües sonoros (en las mismas aulas donde antes no había ni un grabador).
Aunque la sugerencia del programa es que los chicos vayan a la escuela con sus máquinas (y que se acuerden de cargarles las baterías en casa), hay profes que intentan ordenar la cosa con la consigna de exprimir las netbooks sólo dos días a la semana. Hay quienes acaso suspiren al entrar al aula cuando ven 30 computadoras abiertas. Hay también, desde las compus que tienen los docentes, la posibilidad de saber qué pasa en la netbook de cada chico y detectar quién anda chateando o perdido en el ciberespacio. Y al respecto ya hay un simpático debate acerca de qué hacer al respecto: ¿orden cerrado o libertad para que los pibes usen la compu más o menos a su aire?
Se supone que no hay que temer al fantasma de algún desorden virtual: las pistas indican que los recreos son más calmos porque los pibes se sientan con sus netbooks, se sientan en red. Tanto funcionan en red que muchos de los objetivos centrales del programa Conectar Igualdad (revalorizar la escuela, más inclusión, mejor presencia en el aula, pero también integración y modos de trabajo más colaborativos, desarrollos de nuevos contenidos más atractivos) a menudo surgen espontáneamente en el aula desde la solidaridad de docentes y alumnos que ayudan a los demás a usar las netbooks hasta propuestas didácticas muy diversas de una enorme calidad, que son subidas a la propia red de Educ.ar en un mecanismo de retroalimentación. Si los pibes de Concordia tienen que dejar el aula para ir a recolectar arándanos, como para darle una mano a la familia, ahora no tienen que dejar la escuela, se la llevan puesta en la netbook. Si las familias pobres de ciertos ámbitos rurales jamás tuvieron una foto, ahora arman álbumes y memorias integradoras.
Movilización de masas
Para que todas estas experiencias puedan desplegarse de Tilcara a Río Grande se necesita de esfuerzos extraordinarios. Por un lado, los revelan los esfuerzos del programa en términos de capacitación: 120 mil docentes formados en cursos virtuales más los encuentros presenciales de a centenares que, una vez de regreso a las respectivas geografías, replican en otros centenares esa misma capacitación. Pero además se necesita de una articulación institucional extensa y compleja en la que intervienen el Ministerio de Educación, la Anses (que se dedica a los desafíos logísticos derivados de la pasmosa cantidad de netbooks a distribuir), las universidades que inspeccionan en las escuelas desde la instalación eléctrica a la puesta a punto de servidores y wi-fi, el Ministerio de Planeamiento, las provincias a través de sus referentes en la materia, la Jefatura de Gabinete, la gente de la señal Encuentro, que también provee contenidos.
Nada termina acá porque esto recién empieza y empieza sin recetas a la vista. Aún cuando las autoridades de Educ.ar están en permanente contacto con los uruguayos del programa Ceibal (de hecho aportan contenidos para el paisito) o con los portugueses que también fueron pioneros en programas similares. Pero ninguna de esas experiencias arroja resultados “a copiar”, todo es nuevo. Lo que sí está encarando Educ.ar es una investigación a largo plazo sobre los resultados del programa, entendiendo que no se trata de que el uso del fetiche netbook impacte mecánicamente en el concepto “calidad educativa” entendido como un segundo fetiche. “El actor principal de este proyecto no son las máquinas sino los docentes y los estudiantes”, resume Pomiés.
Del ciberespacio a tierra adentro
Las páginas digitales de Educ.ar (que recibe dos millones de visitas mensuales) y del programa Conectar Igualdad constituyen un mapa inmenso de recursos para docentes, alumnos y para las familias de esos alumnos. Es como un movimiento de mareas que además confluye, articula y se nutre de la producción hecha desde el terreno real por parte de profesores, directivos y de los propios pibes. O de las provincias mismas. Ejemplos: en su sed por hacer más Tucumán solicitó cinco nuevas aulas virtuales, La Pampa generó contenidos propios adaptados a su currícula y su realidad regional, Entre Ríos va por un camino parecido. Existen también los Festivales Conectar que ayudan a “difundir experiencias, ideas, recursos técnicos y herramientas expuestas por los talleristas que participan” en ellos.
El último se desarrolló a fines de julio en Paso de los Libres. Participaron 400 personas que pudieron presenciar el Taller de Animación Digital de Carlos Trilnick, mientras que el viejo cine local se abrió para otro taller de video juegos. Incluso en un salón de la iglesia de Paso de los Libres sirvió para que funcionara un tercer Taller Interactivo Sonoro, mientras que el salón municipal de actos alojó el Taller de Medios Interactivos de Martin Groisman.
Eduardo Blaustein