Quién habla, quién no, por Silvia Torres


Las últimas repercusiones en torno de las primarias y la propalación por los medios hegemónicos de sospechas de fraude pusieron a la luz, además de impotencia, una clara defensa del discurso único. Los medios y la oposición pueden expresarse, no así un ministro de la Nación.

La oposición política nacional juntamente con los medios hegemónicos de comunicación pusieron el grito en el cielo una vez que los cómputos definitivos de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias fueron dados a conocer a través del ministro del Interior, Florencio Randazzo.

Los guarismos pusieron al descubierto la endeble maniobra por instalar el fraude, reiterado siempre con escasísima coherencia fáctica y sí con mucho tufo a chisme de conventillo. La maniobra -que intentó tapar el sol con el meñique durante escasos ocho días-, fue abonada con total ausencia de denuncia ante la Justicia electoral, excepto la presentación de un ex ministro menemista que se la agarró con la gente de a pie: cinco presidentes de mesa deberán afrontar una demanda penal impuesta por el impoluto Eduardo Amadeo, ahora devenido candidato a gobernador duhaldista en la provincia de Buenos Aires, quien consideró que sus aspiraciones fueron lesionadas a pesar de haber cosechado un magro 8 % de los votos en las primarias.

El escrutinio definitivo en la gigantesca provincia de Buenos Aires, que se completó cinco días después al del resto del país, dio cuenta de que prácticamente coincidía con el provisorio y sólo se diferenciaba de éste por apenas 0.03 % de votos, que, encima, beneficiaba abiertamente a la fórmula encabezada por Cristina en más de 350 mil sufragios, con 75 mil y poco a Alfonsín y con unos 50 mil a Duhalde y definía que éste último había salido tercero en la compulsa.

No obstante, aquí no terminó la cosa, porque Randazzo aprovechó la lectura de los cómputos para desnudar con abundante material escrito la maniobra político-mediática y señaló con todas las letras a los medios del Grupo Clarín y al diario La Nación como propaladores ad infinitum de las sospechas, con una clara intencionalidad antidemocrática y para violentar la voluntad soberana del pueblo.

Concretamente, las palabras medulares del ministro del Interior fueron: “Cuando siembran (los medios y los políticos) dudas sobre el sistema electoral, que es la columna vertebral de la democracia, se está atacando a la democracia” y con ellas se desató otra nueva oleada de quejas porque la lectura obligada de los sectores denunciados fue: ataque a la libertad de expresión.

Se atribuyen así el derecho de ser las únicas voces audibles y/o leíbles, ya que a coro juzgaban inaceptable las argumentaciones del Ministro, repitiendo aquella postura que se había manifestado en el brutal dibujo de “Menchi” Sábat, el caricaturista estrella de Clarín, de Cristina con la boca cerrada mediante dos bandas cruzadas sobre sus labios, cuando el conflicto de la 125 parecía arrasar en el gobierno.

Mientras elucubraciones no exentas de agresividad abundaban en los medios opositores, se ninguneaban algunas noticias de gran importancia para la Argentina y, mientras esto ocurría, también tenía lugar lo más acuciante de toda esta reiterada situación: La pavorosa ausencia de propuestas por parte de la oposición que, luego, sólo alcanzó a levantar la consigna de la “boleta única”, que puede ser vital para los candidatos pero poco importante para la vida de los argentinos que, con internas o sin internas, con aparatos o sin aparatos, con primarias o sin ellas se movilizan masivamente para ir a votar.

Las palabras de Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema de Justicia, debieran ser aleccionadoras para los jefes editoriales y periodistas: “No hay nada más poderoso que la información fidedigna en manos de los ciudadanos para transformar las instituciones”. Dentro de esa información fidedigna, ¿puede alguien pensar que no están las palabras de un ministro o de la Presidenta de la Nación? ¿O es que transmitir información fidedigna es un servicio que las cadenas de medios a todas luces se han olvidado de cumplir?

Es justo entonces que los ciudadanos, persuadidos de que los oligopolios de prensa deciden quién habla y quién no, eluden comprarlos, escucharlos y verlos, tal como lo demuestran los índices descendientes de aceptación que hoy por hoy vienen padeciendo.
Silvia Torres
Medios del Mercosur